Con la de años que le costó al primer homo llegar a erectus y ahora la más sabia especie, móvil en mano, camina hacia la involución. Cabezas gachas, cuellos flexionados, y las cervicales y dorsales en pie de guerra. Sufren también los pulgares, las manos, las muñecas… La hiperconectividad nos ha traído dolencias y lesiones en el sistema músculo-esquelético y también en la vista y el oído, aparte de las secuelas psicológicas. Algún estudio apunta incluso a daños cerebrales por las ondas que emiten los dispositivos. Los expertos avisan de las nuevas patologías tecnológicas, algunas de las cuales pueden ser irreversibles. Sordos, miopes, encorbados... He aquí el dibujo del homo móvil.

El uso y abuso de los dispositivos tecnológicos «evidencian un aumento claro y constante de patologías del aparato locomotor, con especial incidencia en jóvenes y adolescentes, por ser los que más utilizan el móvil, confirma la traumatóloga Eva Sancha, que detalla: «Al tratarse de una herramienta pequeña conlleva trabajar biomecánicamente con unos brazos de palanca muy pequeños que fuerzan y estresan a los estabilizadores pasivos (ligamentos) y activos (tendones y músculos), provocando tendinitis y sobrecarga de las múltiples articulaciones que configuran el carpo, sobre todo a nivel de los dedos». Ya se habla de patologías tecnológicas en las que se nombran entidades clínicas como el túnel carpiano y el codo de tenista o epicondilitis. Incluso se han acuñado nuevos términos coloquiales como wasapitis, text neck, codo de selfi…

Antes estas lesiones se asociaban al uso del ordenador, pero ahora se ha expandido a toda la población por los smartphones, donde la postura en excesiva flexión, el trabajo con los pulgares y la mirada fija en letras pequeñas inducen grandes alteraciones posturales. Móvil en mano, tendemos a que la cabeza caiga hacia delante ya sea sentados, de pie o caminando.

«El empleo de los móviles en exceso puede asociarse principalmente a fatiga ocular o astenopía, cuyos síntomas suelen ser: irritación, lagrimeo, sensación de arenilla, visión borrosa y dolor de cabeza, y también al ojo seco», detalla el oftalmólogo Francesc Duch. Cuando el esfuerzo visual es prolongado, advierte, se aconsejan periodos de descanso, parpadear con más frecuencia y usar lágrimas artificiales.

Duch recuerda que los nativos digitales han incrementado las horas en visión de cerca, que implica una menor frecuencia de parpadeo y una mayor apertura de los párpados, que provoca más molestias derivadas de la sequedad. Tradicionalmente, añade, la miopía se ha atribuido a un mayor esfuerzo en la visión de cerca y algunos trabajos sugieren el aumento en niños que empiezan a emplear el móvil o la tableta.

El hábito de escuchar música con auriculares ha disparado los problemas auditivos y ha llevado incluso a la Organización Mundial de la Salud (OMS) a situar en 65 decibelios el umbral tolerable y cita como niveles de sonido perjudiciales estar expuestos a 85 decibelios durante más de 8 horas o a 100 decibelios durante 15 minutos.

Muchos profesionales advierten de otra patologia en auge que algunas investigaciones asocian a las ondas electromagnéticas generadas por estos artilugios: el tumor benigno del nervio auditivo, neurinoma del acústico. El pasado año, un tribunal italiano reconoció por primera vez una relación entre el uso del móvil y un tumor cerebral.