La mayor parte de los abusos sexuales a menores están protagonizados por personas del entorno inmediato de las víctimas. Aparecen en sus álbumes familiares, las amenazan y las engatusan con regalos. Suelen empezar cuando los pequeños tienen una edad media de 11 años pero tardan mucho tiempo en denunciarlos. Este es el perfil dibujado por el Tribunal Supremo sobre este tipo de delitos a partir de las sentencias dictadas en los dos últimos meses.

Un 33% de los sentencias que revisa la sala penal del alto tribunal versan sobre abusos a menores. Sin ir más lejos el pasado mes de octubre un 17% de las resoluciones dictadas fueron sobre este tipo de delitos y este mes de noviembre tiene previsto revisar otros 25 casos. A partir de su análisis han establecido que el delincuente sexual forma parte del circulo más cercano de la familia hasta el punto de que su foto forma parte del álbum familiar o incluso se exhibe en el salón de la casa. En otros casos son conocidos de la familia.

AMENAZAS

Todos recurren a las mismas frases amenazantes para lograr sus objetivos. Las niñas escuchan una y otra vez: "Si lo cuentas no te van a creer" o "si lo cuentas me iré de casa y la familia sufrirá por tu culpa". Según los jueces, existe "una desproporción entre las posiciones de abusador y abusada, que determina una conducta de presión moral sobre la parte débil".

Uno de los perfiles de pederastas más habituales se corresponde con hombres que están en paro y que cometen el delito mientras su pareja, que es la madre de la víctima, trabaja. También los padres cometen este tipo de delitos ante la ignorancia de la madre, abuelos que sufren algún tipo de demencia senil, amigos que comparten piso o familiares directos o indirectos.

La mecánica es similar en todos los casos. Este tipo de delincuentes busca quedarse a solas con el menor. Aprovechan la ausencia de la madre si ella trabaja o los momentos en los que van a recoger a su víctima del colegio. En muchas ocasiones el abusador premia a los menores con regalos como ropa o móviles, que les permiten mantener un contacto más personal a través de mensajes.

La edad media de las víctimas de este tipo de delito ronda los 11 años. Son muchos los abusadores extranjeros que intentan convencer a los togados, sin ningún éxito, que en sus países de origen las niñas comienzan a mantener relaciones sexuales a esta edad.

Las víctimas han sufrido este tipo de abusos, según el alto tribunal, "durante largos periodos y solo denuncian cuando, ya mayores de edad, han conseguido oponerse y hacerles cesar" al adquirir "la suficiente fortaleza mental para contarlo a otras personas y enfrentarse a lo sucedido".

Los jueces también han constatado que las víctimas de este tipo de delitos sufren un tormento que se manifiesta en episodios de depresión, ansiedad, y en un bajo rendimiento escolar. Asimismo, han observado pérdida de autoestima, irascibilidad, hipersensibilidad, incapacidad para olvidar lo vivido, bloqueo emocional, confusión entre sexualidad y afectividad, miedo a la figura masculina y en algunos casos alteración del desarrollo de la sexualidad.

Este tipo de delincuencia no entiende de clases sociales. El Tribunal Supremo ha confirmado sentencias condenatorias de licenciados universitarios y otras personas de renta elevada. A un licenciado le cayeron 13,6 años por «introducción de miembros corporales por vía vaginal y anal» a su hija durante ocho años. La menor le denunció cuando cumplió 21 años y narró que su padre accedía a su dormitorio situado en un semisótano cuando los demás miembros de la familia dormían.

El Supremo confirmó también una condena de 14,6 años de prisión a un hombre que abusó durante ocho años de su cuñada de 11 mientras todos residían en la casa de los padres de la esposa. La víctima calló durante este periodo y contó su drama a una amiga cuando alcanzó la mayoría de edad.