El Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses acaba de documentar en Canarias el primer caso en España de muerte por escopolamina, sustancia popularmente conocida como burundanga, la droga que supuestamente emplean algunos delincuentes para conseguir la sumisión total de la persona a la que se administran.

Cinco funcionarios adscritos a ese organismo del Ministerio de Justicia en Canarias y en Madrid publican en el último número de la revista de la Asociación Española de Toxicología las circunstancias en las que murió en febrero de este año un empresario belga al que drogaron en un local nocturno de Playa del Inglés, en el sur de Gran Canaria, y cuya muerte se debió a la ingestión de escopolamina.

El artículo subraya los efectos de la escopolamina: un alcaloide extraído de ciertas plantas con capacidad para «anular la voluntad» de la persona que lo ingiere, de forma que propicia su «sumisión química».

En España, relatan los autores, muy pocas veces se ha podido probar el uso de escopolamina, a pesar de que «se ha incrementado notablemente su interés mediático y social», fundamentalmente por los relatos de quienes denuncian haber sido drogados con burundanga por alguien que posteriormente les robó o les agredió sexualmente.