Las islas Filipinas se encuentran separadas del resto de Asia por estrechos tan profundos que no se ha podido acceder a ellas caminando ni en las épocas de grandes glaciaciones, con el nivel del mar mucho más bajo que en la actualidad. De hecho, los primeros restos humanos localizados hasta ahora en el archipiélago datan de hace 67.000 años y ya se atribuyen a nuestra joven especie, Homo sapiens.

Sin embargo, un equipo internacional de prehistoriadores ha localizado en Luzón, la isla más septentrional del archipiélago filipino, diversas evidencias que confirman la presencia hace al menos 709.000 años de una población humana de adscripción desconocida. Se trata de piedras talladas y de huesos animales con muestras de haber sido descuartizados para obtener la médula. «Está confirmado. No puede ser fruto del azar», explica Gema Chacón, especialista del IPHES (Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social) que ha participado en el estudio.

Aunque no es la primera vez que se obtienen evidencias de este tipo en Filipinas, las anteriores habían sido observadas con escepticismo y no fue hasta el descubrimiento del pequeño Hombre de Flores, en Indonesia, cuando tomó cuerpo la hipótesis de una colonización temprana de las islas de Asia oriental.

El equipo ha estado dirigido por Thomas Ingicco, investigador del Museo de Historia Natural de París, en colaboración con el Museo Nacional de Filipinas. Los trabajos, que se iniciaron en el 2014, se han centrado en un yacimiento situado en el valle de Calagan, en la provincia de Kalinga (Luzón). La investigación se ha publicado en Nature.

Las excavaciones han proporcionado 400 fragmentos óseos de fauna, incluyendo varano, tortuga, ciervo de Filipinas, estegodón (un proboscídeo emparentado con los modernos elefantes) y un rinoceronte ya extinto (Rhinoceros philippinensis). De este último animal se ha identificado un esqueleto casi completo encontrado en asociación con 57 herramientas líticas talladas sobre yunque. Su carcasa muestra marcas de corte en las costillas y en las extremidades, así como de percusión en los huesos de una de las extremidades anteriores.

El descubrimiento plantea nuevas preguntas sobre los modos de colonización humana del Sudeste asiático insular. Aunque está comprobado que algunos animales pueden nadar largas distancias, y por lo tanto es factible que llegaran a Filipinas durante algún periodo de bajo nivel del mar, esta hipótesis no es concebible para los humanos. Chacón también considera aventurado que los humanos de hace 700.000 años tuvieran capacidad para navegar y se inclina más bien por algún fenómeno fortuito. Una posibilidad es que varios individuos se encontraran en un manglar que fuera arrancado de cuajo por un tsunami y que, luego, avanzaran flotando hasta las islas vecinas. «Es un fenómeno raro, pero bien documentado», concluye.