El dolor y el estupor que el accidente de Germanwings ha provocado nos tiene que llevar a reflexionar sobre el contexto profesional y personal en el que nos desenvolvemos actualmente. Estamos sometidos a una presión y estrés permanentes, disponemos de menos tiempo para disfrutar de relaciones personales y familiares y vivimos de forma cada vez más aislada. En definitiva, nos movemos en un contexto social y laboral hostil e impersonal. Paralelamente, se está produciendo una pérdida de valores profesionales y humanos al poner todo el peso de nuestro desarrollo como sociedad en la tecnología y no en las personas. Nos estamos centrando en el desarrollo de las competencias técnicas y nos estamos olvidando de las no técnicas, es decir, aquellas relacionadas con las habilidades sociales de cooperación, liderazgo, comunicación y muy especialmente las éticas, que, sin embargo, son esenciales para el ejercicio profesional y la gestión de recursos y personas.

Si estos factores son importantes para cualquiera, no cabe duda de que lo son más aún en el caso de aquellas profesiones que tienen responsabilidad sobre la vida y el bienestar de los demás. La formación, entrenamiento y ejercicio profesional deben reunir las mejores condiciones, pero en el caso de los pilotos la selección y el nivel de preparación previo a la profesión, la formación inicial, y el entrenamiento recurrente durante la vida laboral han retrocedido, presionados por un mercado competitivo.

Pero cuando hablamos de seguridad, el precio que se paga por aplicar visiones cortoplacistas y políticas de mínimos es demasiado alto. La Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA) publicó un informe afirmando que la inminente escasez de pilotos representa potenciales riesgos de seguridad, debido a la falta de instructores cualificados y al descenso en el grado de experiencia de comandantes. La solución pasa por potenciar y mejorar la formación de los pilotos en todas sus fases, invertir las políticas de recursos humanos de las aerolíneas y contar con autoridades aeronáuticas sólidas y competentes que supervisen adecuadamente los múltiples y complejos procesos del sector aéreo. Ha llegado el momento de revertir una deriva que convierte a los profesionales en computadoras, que confunde formación con adiestramiento, que desprecia la experiencia y que ha dejado por el camino valores y principios esenciales.

La pérdida de tantas vidas humanas y el dolor generado no pueden quedarse sin respuestas, pero no es el momento de buscar soluciones cosméticas sino de hacer un análisis a fondo de los problemas y adoptar medidas que realmente sirvan para reforzar la seguridad aérea y el servicio que prestamos a los usuarios del transporte aéreo.