La primera famosa a la que hackearon el móvil fue París Hilton, en el 2005. Accedieron a las fotos de su Blackberry con su correo electrónico porque adivinaron la contraseña: el nombre de su perro. Las pruebas de ataques de fuerza bruta se hacen primero con las claves más sencillas: un nombre.

"La única forma de proteger nuestra información personal es encriptar los datos usando claves de cifrado", explica un analista.

Una clave para bloquear la pantalla del móvil o una carpeta de información sensible en el ordenador ahorran disgustos. Y también limitar automatismos como los que generan los programas de copia. El riesgo es perder respaldos de seguridad.