Una sepsis infecciosa puede surgir de una bacteria o virus adquiridos en la calle, en un lugar público concurrido, en el propio domicilio o en un hospital en el que el paciente permanece ingresado por cualquier otro motivo. Los gérmenes adquiridos en un ambiente hospitalario son los más graves, ya que los centros sanitarios concentran los microorganismos más complejos, aunque también sean espacios donde se extrema la higiene. Los procesos más difíciles de tratar, no obstante, son lo que surgen de bacterias que al entrar en el organismo que infectan ya disponen de mecanismos que les permiten resistir a los antibióticos con que se les intentará suprimir.

Esa circunstancia puede impedir, o convertir en un acto extremadamente difícil en un momento que exige intervención farmacológica inmediata, que el paciente salve la vida. Esas resistencias son consecuencia del uso repetido de antibióticos, que entran en contacto con bacterias que 'aprenden' a inactivarlos, o bien proceden del consumo de animales que son sistemáticamente tratados con antibióticos por sus criadores, con el fin de que no enfermen y esto pudiera reducir su rentabilidad.

Problema de primer orden

"La resistencia de las bacterias a los antibióticos es un problema médico de primer orden, uno de los retos más graves a que se enfrenta la sanidad mundial en estos momentos", asegura Ricard Ferrer, responsable de medicina intensiva en el Hospital del Vall d'Hebron. "No se debe culpabilizar a los ciudadanos de que sufran esas resistencias por su consumo habitual de antibióticos -advierte-. Puede sufrirla una persona que apenas ha tomado ese tipo de fármacos, y que las ha adquirido al consumir carne".

El Ministerio de Sanidad se propuso hace unos meses frenar la extendida y creciente resistencia a todo tipo de antibióticos que tiene su origen en las granjas de crianza de porcino y vacuno para consumo humano. El plan nacional de resistencia a antimicrobianos, en el que se han implicado todas las comunidades autónomas, prevé recomendar que los antibióticos que reciben los animales sean distintos de los que se administra a los humanos, cosa que ahora no sucede.

Crisis en el hospital

Con relativa frecuencia, la sepsis infecciosa surge de las bacterias que todas las personas mantienen alojadas en la superficie de la piel, que pasan a la sangre cuando el paciente está siendo intervenido en el quirófano, en el momento en que el cirujano abre herida con el bisturí. En esas situaciones en que la inmunidad del enfermo está reducida, puede producirse un choque séptico de rapidísima evolución que será muy difícil detener si la persona, o las bacterias que lo invaden, han adquirido resistencias a los antibióticos.

"Los médicos estamos muy preocupados por el avance de estas resistencias -interviene Elisabet Esteban, que atiende en las UCI el Hospital infantil de Sat Joan de Déu-. Se nos reducen de forma radical las opciones de tratamiento".

Las bacterias resistentes a antibióticos han multiplicado extraordinariamente su presencia en el mundo en los últimos 50 años. Se calcula que causan la muerte a unas 700.000 personas cada año en el mundo, una cifra que puede multiplicarse en un decenio, ha advertido la Unión Eropea, si los Gobiernos no adoptan medidas en su contra, o se fomenta la investigación con nuevas moléculas susceptibles de acabar con las infecciones más habituales. La industria farmacológica, no obstante, apenas invierte en la búsqueda de nuevos antibióticos.