La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría ha reivindicado este jueves el papel del buen periodismo contra las noticias falsas ('fake news') y la manipulación. En un debate sobre el tema organizado por el organismo estatal Red.es, la número dos del Gobierno ha anunciado este jueves la intención del Ejecutivo de fomentar el debate sobre las noticias falsas como lo hacen otros organismos, entre ellos la Comisión Europea,que prepara medidas tanto legislativas como educativas, empresariales y jurídicas.

Sáenz de Santamaría también avanzó que la OCDE pasará a evaluar en su informe Pisa la capacidad de distinguir verdades y evaluar criterios entre los estudiantes. A su juicio, es necesaria más educación de la sociedad para poder juzgar y "tener criterio" a la hora de valorar las informaciones que reciben cada vez desde más fuentes, sobre todo por la difución que hacen las redes sociales.

En un acto retrasmitido desde la web de Red.es, la vicepresidenta del Gobierno ha recordado que la desinformación no es algo nuevo. "Las noticias falsas han existido siempre. La diferencia es que lo que antes no traspasaba los límites de un pueblo, se propaga ahora por la aldea global", ha explicado.

"La punta del iceberg"

Además, ha considerado que las noticias falsas son sólo "la punta del iceberg del fenómeno de la desinformación que amenaza seriamente al modelo de toma de decisiones democrático".

A los medios de comunicación "serios" se ha dirigido directamente para que se responsabilicen a la hora de filtrar, contrastar y verificar todas las informaciones. "Seguimos necesitando su sello de calidad y profesionalidad", ha recalcado.

La vicepresidenta ha llamado la atención sobre la dificultad de legislar sobre este asunto porque existe una confluencia de derechos fundamentales y por la complejidad de certificar una información sin limitar la pluralidad de opiniones y la libertad del discurso.

En otra mesa posterior, el secretario de Estado de Agenda Digital, José María Lasalle, ha incidido en el papel del Estado para proteger la libertad de expresión "sin censura ni excesivo paternalismo" pero ha hecho un símil con la situación española del siglo XVIII cuando el pueblo derrocaba a ministros "movido por el sentimentalismo y la manipulación emocional".