"Buena colaboración, buen ambiente y buena atmósfera". En este clima las tres administraciones --Gobierno, ayuntamiento y comunidad-- y el arzobispado de Madrid preparan, según el cardenal Antonio María Rouco Varela, un acontecimiento para el que faltan 40 días y que está llamado a batir el récord de asistencia a anteriores Jornadas Mundiales de la Juventud (JMJ). Objetivo: ser semillero de vocaciones y de matrimonios como manda la Iglesia, para renovarla por dentro y por fuera.

La tarea no es nimia, ya que según el obispo y coordinador general César Franco, "hay una disminución de la práctica religiosa entre los jóvenes". Los últimos datos del INE señalan que en menores de 25 años la práctica religiosa es inferior al 10% y el 48% se declara católico pero no practica. "Queremos llegar precisamente a ellos", proclamó el prelado.

Las cifras son apabullantes: más de 440.000 jóvenes ya inscritos que vienen de fuera (una tercera parte de los que suelen asistir a este tipo de actos), 4.000 lugares habilitados para acogerlos, 40.000 familias que han ofrecido sus casas, 8 millones de comidas que servirán más de 1.600 restaurantes concertados, 34.000 voluntarios españoles y de fuera, más de 2.000 empresas que han ofrecido ayuda. "A muchas no las esperábamos. Desde una de pipas a otra de plátanos. Les tenemos que decir que no", lamenta Marieta Jaureguizar, directora de la oficina de prensa, que atenderá a más de 5.000 periodistas.

El gran reto es acondicionar el aeródromo militar de Cuatro Vientos, con una extensión similar a 48 campos de fútbol, donde se celebrará la gran fiesta con el Papa y algunos de los 300 actos programados. Uno será un gran festival de música. Pero la organización no suelta prenda sobre los artistas. "No queremos que sean muy famosos y no diremos quiénes son hasta las vísperas. La gente tiene que venir a ver al Papa", apunta Jaureguizar, tras confirmar que por lo primero se ha rechazado a Juanes.

Ligues en capilla

"Va a ser una jornada inolvidable, que marcará a la gente joven. En el futuro se va a notar la generación JMJ, no solo en la juventud sino dentro la Iglesia, por lo que servirá de renovación y de cambio", asegura exultante Yago de la Cierva, director ejecutivo y máximo portavoz de las jornadas en la sede operativa, una planta del Palacio Municipal de Congresos, en la que trabajan 300 personas para poner a punto los transportes, la seguridad, el protocolo, la cultura y así hasta 16 áreas.

Como era de esperar, entre tanto voluntario trabajando codo con codo y para una causa tan espiritual, han surgido flechazos y noviazgos. Es el caso de Fernando, paraguayo, y Sylvie, mozambiqueña. "Me impresionó su sencillez y alegría. Además es muy guapa", comentó él. "En cuanto le vi, dije: ´qué cara de buena persona tiene, me interesa´", confesó ella. Además de difundir el mensaje de Cristo, dicen haber venido para conocer gente, vivir una experiencia nueva.