Las colillas, cuando se entierran en la arena, producen un sonido seco, apagado, una especie de rasgadura. Las que en una tarde de verano se encuentran sepultadas en casi cualquier metro cuadrado de las playas españolas son tantas, y si uno camina y se fija, hay tanta gente fumando al mismo tiempo, enterrando nuevas colillas que, si de pronto, por algún sobrenatural designio, la ciudad se quedara en silencio, si se escuchara solo el sonido de los filtros enterrándose en la arena, sería probablemente una especie de sostenida sinfonía. Tsss. Crrr. Kschhh. Pfsss. Por decir algo.

Tal vez una epifanía de estas tuvieron los alcaldes de dos pequeños pueblos europeos, San Michele de Tagliamento, en Italia, y La Ciotat, en Francia, antes de poner en marcha, este verano, las primeras playas para no fumadores de Europa. Pasqualino Codognotto, el italiano, y Noël Collura, el francés (vicealcalde, en realidad), escucharon tal vez la sinfonía de rasgaduras o tal vez vieron a través de la arena y descubrieron cientos, quizá miles de colillas, las que los servicios de limpieza no llegan a recoger, y dijeron: "Esto no puede seguir así. Por higiene. Por salud".

Aplauso de los ecologistas

De modo que, mucho más rápido de lo que algunos preveían, la prohibición del tabaco en espacios públicos abiertos ha llegado a Europa, aplaudida tanto por los ecologistas como por los enemigos declarados del cigarrillo. Y por las mismas razones. "Desde el punto de vista del medioambiente es una iniciativa excelente", explica Julio Barea, responsable de la campaña de Contaminación de Greenpeace. "Una colilla es un residuo extremadamente contaminante, y su lugar no es la arena de una playa. Además, muchas colillas van a parar al mar, los peces se las comen y luego nosotros nos comemos esos peces. Eso, si es que no se mueren antes por comerlas, que eso también puede pasar", añade Barea.

La notable coincidencia de que sea el mismo argumento que emplean las organizaciones antitabaco indica que el problema es casi exclusivamente medioambiental, de residuos y de civismo, y que si algún día las playas de Europa expulsan por completo a los fumadores no será por el perjuicio a los pasivos. "Fumar al aire libre no supone un riesgo comprobado para la salud de los que no fuman. Desde este punto de vista, no hay argumentos sólidos para llevar a cabo estas regulaciones --dice el médico Rodrigo Córdoba, del Comité Nacional de Prevención del Tabaquismo--. El problema es que las colillas son tóxicas, y tardan mucho en degradarse, así que es desde el punto de vista de la higiene que hay más argumentos".

Improbable en España

En general, no da la sensación de que de repente vaya a aparecer un Codognotto español. "Son decisiones municipales, y no parece que ahora mismo sea una prioridad de los ayuntamientos. Desde luego, ahora mismo no hay clima en España para hacer algo a nivel estatal", dice Córdoba. "Eso sí --agrega Barea, de Greenpeace--, si se hiciera sin duda lo aplaudiríamos. En términos de residuos en la playa nos parecería muy bien".

Existe, curiosamente, una encuesta reciente de Tripadvisor según la cual el 52% de los españoles apoyan la prohibición de fumar en las playas, pero parece que la única que durante mucho tiempo seguirá figurando como la única que ha prohibido fumar es la playa de La Miranda, en L'Escala (Gerona). Ocurrió en el 2006. Duró un año.