Asegura el sociólogo Pau Marí-Klose, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y profesor en la Universidad de Zaragoza, que el impacto que tienen las familias sobre la educación de sus hijos es innegablemente mayor --muchísimo mayor-- que el que desempeña la escuela, donde los chicos pasan solo un 12% de su tiempo. Admite Marí-Klose que, aunque nadie se ha dedicado a analizar el fenómeno en profundidad, no es descabellado afirmar que la influencia o el asesoramiento (o la falta de él) de los padres es determinante para que un niño adquiera (o no) nuevas habilidades. Y pese a que resta "dramatismo" a los malos resultados del informe PISA en España, el investigador reconoce que es injusto echarle toda la culpa a los maestros. Los padres tienen su parte de responsabilidad, opina. "Es difícil saber por qué pasa lo que pasa, por qué en una época en que los padres están más implicados que nunca en la educación de sus hijos siguen dándose estos malos resultados", reconoce el sociólogo.

Algunos estudios hechos en EEUU concluyen que los padres más protectores con sus hijos, entre los que destacan los de origen asiático, son también los que consiguen que sus hijos logren mejores resultados académicos. Estos progenitores, a los que los expertos clasifican como de estilo autoritario, son minoritarios en la actualidad en nuestro país.

El sociólogo y educador social Jordi Collet investigó hace cinco años el modo en que las familias de grupos socioeconómicamente elevados intentan crear ambientes propicios para que sus hijos aprendan divirtiéndose, de forma rápida y sin esfuerzo. Son esos padres que continuamente planifican actividades, organizan salidas y solo dejan que en casa entren juegos educativos.

PADRES ANGUSTIADOS

En esos casos todo el esfuerzo lo hacen los padres, con lo que acaban convirtiéndose en progenitores angustiados, "con una alta autoexigencia, centrada en generar constantemente situaciones intensas y positivas para sus hijos", añade Collet en su tesis.

Lamentablemente, muchos de estos padres pertenecen al perfil denominado indulgente, con lo que es difícil valorar si esas experiencias educativas acaban calando en sus hijos.

"Que un niño tenga un fácil acceso a internet, no significa necesariamente que sea hábil en ello. Lo importante es el uso que el niño hace de internet, si es un simple entretenimiento o juego o si le da un uso didáctico: Los padres ahí no pueden ser indulgentes", agrega Ismael Palacín, director de la Fundación Jaume Bofill.