En las poblaciones de los Apeninos centrales de Italia sigue cayendo nieve y siguen multiplicándose las alertas. A pesar de ello, y a pesar de que ya han pasado cinco días del terremoto que desencadenó el alud que sepultó el hotel Rigopiano, los equipos de rescate italianos aún no han tirado la toalla. La esperanza no ha dejado de ser que, debajo del albergue enterrado por la nieve, todavía haya supervivientes. Y esto aunque el único extraído durante la jornada del domingo fue un hombre ya fallecido.

La convicción de los agentes es que, en las entrañas de la estructura, se hayan creado burbujas de aire que podrían haber permitido la supervivencia de otras personas. Por ello, los grupos de élite involucrados han empezado a servirse incluso de tecnologías experimentales. Entre ellas, unas pequeñas excavadoras que se activan gracias a unos sensores especiales, que inyectan chorros de vapor para abrirse paso.

«Que no se escuchen más voces no significa nada, nosotros los seguiremos buscando. La ciencia dice que pueden haber sobrevivido», dijo el bombero Luca Verna, responsable de las operaciones de rescate. «La nieve que ha cubierto el hotel también ha tenido un efecto aislante, manteniendo las temperaturas no excesivamente bajas», precisó Walter Milan, portavoz del Rescate Alpino.

Todo ello mientras, en toda la región de los Abruzos, una veintena de pueblos permanecen incomunicados, la alerta avalanchas se mantiene en nivel 4 —de 5—, y hay miles de personas que siguen sin electricidad. La nieve fue la que enterró a la treintena de personas que estaban en el hotel durante el alud, pero también la que podría haberle salvado la vida a varios. Por ejemplo, a la joven Francesca Bronzi, rescatada después de cuatro días y quien contó haber aplacado la sed bebiendo «hielo y nieve sucia». Su novio, en cambio, sigue enterrado, así como un senegalés de 30 años, que no estaba en la cuenta original y ahora se teme integre la lista de la desaparecidos.

La Comisión Nacional de Grandes Riesgos de Italia alertó también de que está en riesgo el complejo que reúne las tres presas de Campotosto, siempre en los Abruzos. Más aún, según avisaron algunos sismólogos, son posibles nuevos terremotos de una intensidad de entre 6 y 7 grados en la escala Richter. «Una de las tres presas está sobre una falla que se ha reactivado parcialmente», explicó el presidente del organismo, Sergio Bertolucci. «Estamos hablando de (un posible) efecto Vajont», afirmó, refiriéndose a la conocida presa que en 1963 se vino abajo provocando la muerte de más de 2.000 personas.