A mediodía, los que peinan canas son mayoría en la estación de Renfe Santa Justa-Sevilla. Atrás queda la avalancha de maletines de primera hora del día, y a la espera de que se repita a media tarde, las excursiones del Imserso y los turistas copan los asientos del vestíbulo pendientes del marcador con las salidas y llegadas. El turismo y el mundo de los negocios, que aprovecha el compromiso de puntualidad que implantó este servicio, fueron los sectores más beneficiados con la llegada de la alta velocidad a Sevilla hace ya 25 años, pero los mayores dan otra clave del éxito de ese primer tren AVE. «Permitió aupar a Andalucía», apunta un pasajero. El tren llevaba a Madrid, pero también permitió salvar la brecha norte-sur.

En 1992, Sevilla se puso guapa para lucirse con la Exposición Universal, y «había que aprovechar el momento para dar una imagen de país moderno al mundo», rememora Eduardo Aguilar, un andaluz afincado en Madrid que recurre al AVE para salvar la distancia con la familia.

El expresidente Felipe González, principal impulsor del proyecto, defendía todavía hace unos meses en un foro su postura de que la capital andaluza fuera la primera ciudad en contar con el AVE. «Esta decisión fue estratégica, fue una decisión por la articulación de España, no lo hici mos por ser de Sevilla o de Andalucía; ese es el fundamento de la decisión, podría haberlo hecho si hubiese nacido a 100 kilómetros o a 1.000 kilómetros de aquí, sabía que si el AVE no comenzaba por aquí, terminaría por no llegar». Algo que no fue entendido por muchos en su momento.

Opiniones dispares

Antonio Marín coincide plenamente. «Si no hubiera sido así, vete a saber si aún estamos sin tren», dice, recordando que a la Costa del Sol, uno de los principales destinos turísticos del país, la alta velocidad no llegó hasta el 2007. «Trajo la modernidad», resume otro Antonio, también trabajador de la estación, para quien, no obstante, también impidió que nuevas empresas se asentaran en Andalucía al quedarse en Madrid con la excusa de la cercanía en tren. «La región estaba muy de capa caída en esos años, y el AVE le dio mucha vida, le abrió muchas puertas», remata Clara, mientras apura sus pasos para pasar el control de acceso.

«Si el foco económico potente estaba entonces en Cataluña y el resto del norte, la primera línea tendría que haber sido para potenciar estos sitios, asegurar lo que ya da negocio y que además está más cerca de Europa», discrepa Ernesto, un vecino de Mataró que regresa tras unos días de asueto. Amante de los viajes en ferrocarril, reconoce las comodidades y rapidez de ahora frente a las largas jornadas de viaje de hace 30 años, y acaba reflexionando que «un político es como un padre, y tiene que saber repartir en función de las necesidades de sus hijos».