El caso de la desaparición de la joven Diana Quer es el ejemplo más reciente de cómo la combinación del impacto provocado por un suceso, más el morbo alimentado por el tratamiento del caso por parte de determinados programas de televisión y las circunstancias de la familia de la persona desaparecida han exacerbado la atención mediática, muy por encima de lo habitual en una desaparición de estas características.

La noticia saltó en verano, estación proclive a la exageración y a la sobrevaloración de determinadas noticias. Pero una joya se ocultaba tras esta aparentemente feliz familia gallega. Un cóctel perfecto de separación familiar, disputa por la custodia de las hijas y unos padres enemistados hasta el extremo. Muchos puntos en común con un caso, este de homicidio, que cargó las tintas de la crónica de suceso: la muerte de la niña gallega Asunta Basterra.

Los investigadores del caso nunca han ocultado, aunque siempre se han guardado de mantener vivas todas las hipótesis, que Diana Quer ha podido ser víctima de un delito, ya sea un secuestro o un homicidio.

Los agentes han recurrido a las técnicas más avanzadas, como el uso de satélites para triangular y geolocalizar el recorrido de Diana siguiendo el rastro de su móvil o analizar las redes sociales. Pero muchas veces bulos o rumores difundidos por los medios han interferido en las pesquisas.

Precisamente la de las redes sociales parece ser una de las vías que puede haber dado alguna pista. Según informó el pasado viernes el programa Espejo público, de Antena 3, las amigas de Diana han detectado movimientos en el facebook de Diana. ¿Está viva? ¿Alguien conoce su clave? ¿Dejó activado el recordar contraseña? Las especulaciones han vuelto a encenderse. H