A Marc (23 años) y a Paula (21 años), los dos jóvenes asesinados en el pantano de Susqueda el 24 de agosto del 2017, solo pudo matarlos Jordi Magentí Gamell, el hombre que los Mossos d’Esquadra arrestaron a primera hora de la mañana del lunes 26 de febrero. Sobre este vecino de Anglès, de 60 años, que en 1997 ya asesinó a su esposa, recaen demasiados indicios «sólidos». Las cámaras de seguridad del pantano grabaron el Opel Zafira de la pareja del Maresme y el Land Rover Defender de Magentí durante la mañana del 24 de agosto. Ambos vehículos fueron captados con una diferencia de tan solo 28 minutos.

Un hecho que permitió a los Mossos conectar por primera vez a las dos víctimas con el sospechoso. A pesar de que el coche de Magentí no estaba a su nombre, los investigadores pudieron situarlo al volante del Defender gracias a un testigo clave. El mismo que también aseguró que Magentí estuvo en el lugar del crimen durante esos días, también cuando se produjo.

Marc recogió a Paula el 23 de agosto, por la noche, cuando ella terminó su turno en la pizzería en la que trabajaba. En el Opel Zafira viajaron hasta el pantano de Susqueda pero no llegaron a subir al embalse. Se quedaron a dormir en el coche. Al día siguiente, 24 de agosto, fueron a sacar dinero de un cajero -existe una fotografía de ese instante- y tomaron un café en el bar La Parada, ubicado junto al camino que conduce al pantano. Sobre las 10.30 horas, llegaron al embalse.

SIN MÓVIL CONOCIDO

Se encontraron con Magentí poco después, en la Rierica, el lugar al que siempre acudía a pescar este vecino de Anglès. No existe ningún móvil conocido para lo que sucedió a continuación, solo especulaciones como que el presunto asesino utilizaba artes prohibidas. Porque Magentí sigue negando los hechos.

La principal hipótesis es que fue a causa de una discusión fortuita. Bajo tratamiento psiquiátrico y con un carácter inflamable, capaz de sulfurarse y perder el control enseguida, cuadra que optara por disparar contra Marc y, acto seguido, tras percatarse de lo que había hecho, abriera fuego contra Paula. Los testigos que escucharon ese día disparos cerca de la Rierica a las 12.00 horas hablan de una ráfaga de tiros, un grito de mujer (Paula) y un último disparo. La autopsia halló un disparo en la cabeza de la joven.

Los Mossos creen que Magentí optó por deshacerse de los cuerpos porque se dio cuenta de que si los encontraban en la Rierica podrían relacionarlo con el crimen. Por eso les colocó una mochila que cargó con una pesada piedra y los lanzó al agua, si bien Carles Monguilod, que ejerce la acusación particular, explicó que los cuerpos fueron trasladados en kayak hasta el lugar cercano en el que se descubrieron. Los cadáveres aparecieron desnudos el 26 de setiembre. Solo se encontró la mochila de Marc. Y la piedra que contenía, a través de estudios geológicos, ha conducido hasta la casa en ruinas ubicada en la Rierica.

Al día siguiente, 25 de agosto, Magentí despertó de madrugada a su novia y la obligó a ir a pescar a Susqueda, un plan que para ella resultó sorprendente. Ni siquiera había amanecido cuando la dejó sola pescando en una orilla y desapareció durante al menos dos horas. Los Mossos creen que durante ese tiempo, Magentí se deshizo del Opel Zafira.

La persona que había matado a Marc y a Paula había demostrado un conocimiento exhaustivo de un terreno salvaje como el del embalse. Un pescador o un cazador -Magentí era ambas cosas- encajaba mejor que nadie en el perfil de sospechoso. La persona que sumergió el coche condujo más de una hora por un camino impracticable porque sabía que en La Platjeta existía uno de los dos accesos que permiten entrar con el vehículo hasta el agua (el otro es el embarcadero). Un pescador, además, sabría que en ese punto el pantano se tornaba profundo repentinamente, lo bastante como para tragarse el Opel Zafira. La planificación para ocultar cadáver y coche demostraba otra cosa: no se había puesto nervioso. Y Magentí no era la primera vez que mataba.

El 28 de agosto los Mossos encontraron el coche y eso alteró a Magentí, que compró un billete de avión a Colombia para su pareja. Fuentes policiales aclaran que si él no se marchó todavía fue porque pensaba hacerlo en cuanto reuniera más dinero: tenía una plantación de marihuana con su hijo que en breve daría beneficios. Los Mossos, que habían instalado micrófonos en su domicilio, captaron una conversación en la que Magentí aleccionaba a su mujer, cuando ella ya estaba en Colombia. Fue después de que él supiera que los policías querían hablar con ella. «Tienes que decirles esto y no esto», ilustra una fuente policial.