Eran los elegidos, los mejores de los mejores, los dos últimos supervivientes de un largo proceso de selección que había involucrado a miles de aspirantes. Yuri Alekséievich Gagarin y Guerman Stepánovich Titov habían superado las pruebas previas para que uno de los dos se convirtiera en el primer ser humano en viajar al espacio. No se trataba solo de los más aptos; también reunían las condiciones físicas adecuadas para semejante singladura, en especial una baja estatura que les permitía instalarse mejor en el reducido espacio de la cápsula espacial 'Vostok'.

Cuando trascendió el nombre de Gagarin, Titov se entristeció. "Todo el mundo se acuerda del nombre de la primera persona que llegó a América, Cristóbal Colón, pero no de la segunda", se lamentó entonces. Pero ello no impidió que vibrara como el que más cuando su compañero logró culminar con éxito su singladura. Menos de cuatro meses después, Titov fue el segundo hombre en orbitar alrededor de la Tierra, el primero en hacerlo en múltiples ocasiones y en pasar más de un día en el espacio.

Esta es una de las anédotas que recuerda, en una conversación con EL PERIÓDICO, Yosif Davídov, un hombre de salud quebradiza, que cuenta hoy con 84 años, e instructor de Gagarin y del resto de los aspirantes del 'programa Vostok', que incluía seis misiones soviéticas tripuladas al espacio en la década de 1960. Rusia conmemora este martes el 50º aniversario del fallecimiento del mítico cosmonauta, en un accidente de aviación cuando este solo tenía 34 años y cuyas causas no fueron esclarecidas del todo por la URSS, dando pábulo incluso a teorías de la conspiración.

Ni miedo ni debilidad

Según Davídov, Gagarin nunca tuvo miedo ni momentos de debilidad durante el largo entrenamiento previo al vuelo espacial. "Nunca expresó públicamente ningún temor, pero estoy seguro de que tampoco lo tenía", comenta. "Ya habíamos enviado a la perra Laika al espacio y a otros animales, y él estaba seguro de que todo iba a salir bien", continúa. Sostiene, también, que convertirse en una leyenda y saber que pasaría a la posteridad y que su nombre sería recordado por las generaciones venideras no cambió en absoluto al primer cosmonauta tras su regreso a la Tierra. "Conozco a muchos que se transformaron tras viajar al espacio, pero no así Gagarin".

El primer vuelo espacial pilotado de la historia de la humanidad se produjo el 12 de abril de 1961. Titov permaneció en la reserva, vestido con la escafandra hasta el mismo momento del despegue, presto para sustituir al piloto designado en primera instancia en caso de que se produjera algún imprevisto. El cosmonauta saludó el momento del despegue con una palabra que pasarían a los anales: "¡Poyejali!" (vamos en ruso). El vuelo se prolongó durante 89 minutos y fue controlado en todo momento desde tierra. Tras la reentrada en la atmósfera, Gagarin saltó en paracaídas, un hecho que la URSS ocultó hasta fecha reciente temiendo que el vuelo no fuera reconocido internacionalmente, ya que el piloto no acompañó la cápsula hasta el final.

Existe el consenso entre quienes han estudiado la figura de Gagarin de que la URSS no podía haber elegido mejor candidato para pasar a la Historia como el primer cosmonauta, dado que era un hombre de mucho carisma, con gran talante para la comunicación. "Era el más popular de los cosmonautas", explica a través del teléfono, Lev Danilkin, periodista de 'Rossiskaya Gazeta' y autor de un reciente libro sobre la vida Gagarin. Su entrañable sonrisa y su cercanía hicieron de él no solo un héroe nacional, sino también un mito planetario, realizando varios viajes a Occidente para promocionar la hazaña soviética e impulsando la mejora de las relaciones entre ambas superpotencias durante el mandato de Nikita Jruschev. "Fue un alivio en plena guerra fría", apunta Danilkin.

A la mitificación de la figura de Gagarin también contribuyó su muerte, en un accidente de aviación ocurrido el 27 de marzo de 1968 cuyas circunstancias no fueron bien explicadas en su momento por las autoridades soviéticas. Durante un vuelo ordinario en desfavorables condiciones atmósféricas, el caza de entrenamiento MiG-15UTI en el que viajaba con el instructor Vladímir Seryogin se estrelló en Novosyólovo, en las proximidades de Moscú. Desde entonces, se han ofrecido versiones contradictorias, que van desde turbulencias provocadas por otro avión, a ataques de pánico del propio Gagarin al constatar un grave problema técnico. Incluso circula la teoria de que pudo tratarse de una muerte premeditada para impedir que se convirtiera en el primer hombre en pisar la Luna.

Danilkin, que ha estudiado en profundidad la vida del cosmonauta, no lo considera creíble: "Es una teoría que suena muy bien, pero habiendo nacido en la Unión Soviética, más bien me inclino a pensar que las autoridades del momento tan solo pretendían ocultar errores propios, más que su muerte fuera producto de una conspiración".