Paula Vázquez, una de las caras más populares de la tele, vuelve con Fama a bailar en #0.

-¿Qué tiene ‘Fama a bailar’ que le ha vuelto a enganchar siete años después de su final?

-Fue un formato que a mí personalmente me dio muchas alegrías, y todavía me las sigue dando, porque pasaron más de 700 concursantes que me sigo encontrando esparcidos por todo el planeta. Y me dejó esa sensación de estar ayudando a los chavales jóvenes a formarse para tener una carrera. Hacer un talent show es muy gratificante por todas esas cosas y volver a trabajar para Zeppelin TV es un lujo porque es un equipo que funciona como un reloj. En España tenemos el talento y las herramientas, con lo que puedes hacer los encargos apropiados.

-En diez años, la televisión ha dado un vuelco. ¿Esta circunstancia va a ayudar al formato?

-Ya nos ha ayudado porque hemos ampliado mucho las miras con la parte formativa del programa, es decir, los profesores y todas las cosas previstas. Vamos a hacer algo que está muy representado en la sociedad actual. Me atrevería a decir que es un programa feminista porque Ruth Prim, una de las coreógrafas, hace retos y su discurso es muy feminista. En el baile se ha profesionalizado cada técnica, que antes se englobaba en una sola.

-Pasar de una tele generalista (Cuatro) a un canal de pago, ¿hará que el concurso pierda fuelle?

-No lo sé. Mi vuelta a la tele fue con Netflix y el resultado es que tenemos un público quizá más selectivo. Creo que Fama… va a conseguir que más gente empiece a consumir tele de pago. Yo no trabajo para hacer tele en cantidad, sino de calidad. Me apetece hacer una tele que guste y, si es para pocos, no pasa nada; si es para muchos, pues mucho mejor.

-El programa se ha sometido a un lavado de cara…

-Sí, menos la presentadora, todo se ha renovado [ríe]. Las instalaciones de ahora nos recuerdan más a una escuela americana. La realización también se va a actualizar mucho, hay otra manera de contar cómo se hace televisión, e, incluso, la iluminación es distinta. El tono va a ser muy diferente pero guardando la esencia: los protagonistas son siempre los participantes.

-¿Y cómo se ve Paula Vázquez diez años después?

-¿Más mayor…? Pero con energías renovadas, con muchas ganas de volver a coger esta oportunidad y mejorar las cosas que se puedan.

-¿Qué destacaría de los aspirantes de esta edición?

-El nivel es muy alto. Las convocatorias de los cástings nos han sobrepasado. En la de Barcelona se esperaban unos 200 aspirantes y llegaron más de 500. ¡Una barbaridad! Hace 10 años se empezaron a abrir muchas escuelas y, de repente, se acabó el miedo de los hombres a decidir que quieren ser bailarines. Lo que Fama... fomentó es que ahora haya un aluvión de chavales que nos dicen que nos veían de pequeños. Esa generación que miraba con admiración a aquellos profesores y bailarines hoy se está presentando al cásting. Así que creo que estamos recogiendo lo sembrado.

-¿Tiene motivos para sumarse al movimiento #MeToo?

-Claro que sí, como todas. ¿Quién no se ha sentido con miedo al volver a casa sola?, ¿quién no ha notado en casa que la educación no era igualitaria? Yo, que tengo un hermano de mi misma edad, he visto cómo la vida nos ha tratado diferente en muchos aspectos.

-¿Usted ha sufrido acoso?

-Pues sí, pero no voy a destacar ninguno. Cuando empezó el #MeToo, hice un poco de reflexión para recordar algún momento violento vivido y no me había dado cuenta de que los momentos violentos pueden ser pequeños, como una frase a destiempo, un piropo en el instante menos adecuado, un desprecio o un prejuzgar de que tú no eres capaz de hacer eso… Todas hemos vivido esas circunstancias alguna vez. El movimiento no solo está dando visualización -porque son ellos los que se tienen que dar cuenta-, sino que también nosotras estamos aprendiendo mucho. Nos dijeron que no podíamos quejarnos y ahora estamos aprendiendo que nos merecemos lo mismo, que tenemos derechos.