Está feliz como mago con varita nueva, ya que el programa que presenta y dirige, en parte, en TVE-1, Pura magia, acaba de estrenar su segunda temporada. Y le enorgullece especialmente que este año se hayan presentado al casting ilusionistas muy potentes. Incluso aquellos que no lo hicieron en la primera edición por desconfianza hacia el producto.

-¿Tenía mono de ‘Pura magia’?

-Todo lo que sea hacer tele me encanta. Y, además, como soy presentador (toda la vida he sido colaborador de mil programas), llevar el espacio y tener una parte de dirección me gusta mucho.

-Decía el año pasado que está bien conducir un buen coche de vez en cuando. ¿Sigue disfrutando pisando el acelerador?

-(Ríe) Sí. Y de momento no me bajo. Ahora me tienen que echar.

-Hágame balance de su primera experiencia en este ‘talent show’.

-He aprendido mucho, porque siempre había hecho de colaborador, y eso de estar al frente de un programa tan grande, con tanta gente y dedicado solo a la magia es algo muy chulo. Y es que ponemos a la magia en su sitio: en el prime time, de vez en cuando. Y es que no digo que la magia esté siempre en la parrilla, pero en verano, que hay tanto niño y tanta familia viendo junta la tele, es una buena cosa...

-¿Algún error que haya cometido y que corregirá?

-En la primera temporada de Pura magia se veía mucho contraste con lo que es mi personaje de teatro. Se me veía demasiado comedido. Este año he intentado soltarme un poquito más. A ver, no dejas de ser un presentador, de manera que puedes hacer tus bromas, pero de una manera controlada. No obstante, lo que he aprendido del año pasado es que me puedo soltar algo más.

-Como director no adoptó el papel de duro. ¿Seguirá haciendo de papá de los concursantes?

-Para duro ya tenemos a Anthony Blake y a los profesores. Mi papel es acompañarles, cogerles de la mano y llevarles en una moto al concurso de manera que tengan a alguien con quien hablar. Pero una cosa es no ser demasiado duro y otra no ser estricto. He intentado que ambas cosas sean compatibles.

-En el confesionario muestra su empatía hacia ellos.

-Siempre me dicen que soy bueno, en el sentido de buena persona, pero también directo: les digo las cosas como son. A veces, la gala ha ido muy bien y están muy contentos. Se creen que van por el buen camino, pero yo les digo que van bien porque el resto ha ido mal. No me corto un pelo en decirles eso. Ni echarles un jarro de agua fría aunque el público y el jurado se hayan puesto en pie tras su actuación. Aunque siempre me acaban dando la razón, porque lo que les digo es sensato.

-El año pasado había tanto colegueo entre ellos que les costaba competir.

-Eso me molestaba un poco. Esto es un concurso, con lo que les decía: ¿a qué jugáis? Una cosa es que seáis amigos y otra que no contempléis que vuestro mejor amigo es vuestro rival más importante. No lo entendía y aún ahora no lo entiendo. Este año no ha pasado y, sin que les tuviéramos que decir nada, ha salido de ellos que no hubiera tanto amiguismo. Hace mucho que cuando vengas a concursar ya hayas visto la temporada anterior. Es que, como los magos somos pocos y nos conocemos todos, pensaban que tenían que ser amigos de todos. Pero este año ya han venido más competitivos. Mucho más.

-En los ‘castings’ se valora que los concursantes no estén muy condicionados por temporadas anteriores. ¿A veces es positivo?

-Sí. Porque esta vez muchos venían con todos los números pensados para todas las galas; no les ha pillado por sorpresa prepararse nueve números fuertes. Ya se habían hecho la trayectoria y organizado qué número iría en cada gala. Y eso está muy bien.

-¿Hay talento entre los concursantes también este año?

-Sí, mucho. Estoy muy contento con el casting. Ya cuando lo vi, me alegré, porque se presenta gente potente. Yo ya les conocía, pero no podía obligarles a que se presentaran. Por lo que cuando vi la lista, pensé: vamos bien.