Los técnicos siguen analizando cuál fue el fallo que ocasionó el descarrilamiento en Gran Vía. Todo apunta a que la maniobra realizada se topó con un problema en el cambio de agujas. Porque, en realidad, el convoy no avanzaba hacia Valdespartera, sino que lo que estaba haciendo era ir hacia la plaza Paraíso para dejar pasar a otro que estaba averíado justo enfrente.

La infraestructura dispone de un sistema de señalización que, además, permite al tranvía poder hacer trayectos de ida y vuelta utilizando solo una de las dos vías disponibles. Eso es algo que saben bien los conductores y, de hecho, el pasado sábado uno de los convoyes averiados regresó así a las cocheras de Valdespartera, en torno a las 2.30 horas, ante la mirada de los viajeros afectados.

Los 12,5 kilómetros de la línea del tranvía ofrecen ocho puntos habilitados para que el vehículo pueda cambiar de sentido. Estos están en Academia General Militar; en Gómez de Avellaneda a la altura de Pablo Ruiz Picasso; en su paso por Valle de Broto; en César Augusto, a la altura del Mercado Central; en el paseo Independencia; en Gran Vía; en Isabel la Católica; y en Los Olvidados.

El plan de contingencia determina que la empresa debe proporcionar un transporte alternativo al pasajero afectado por una incidencia en caso de cortar el servicio, y hacerlo en todo el recorrido que se quede interrumpido. Si hubiera pasado antes de las 0.00 horas, este habría sido la línea especial V4. Al ser más tarde, se les derivó hasta la V1, con salida en la Puerta del Carmen.

La sociedad de Los Tranvías de Zaragoza tenía circulando en el momento de los incidentes un total de 18 convoyes. Como entre ellos se pasaba por parada con una frecuencia constante de seis minutos, en el momento de las averías se quedaron la mitad a cada lado del tramo afectado. Pero solo en el Actur siguieron circulando los mismos, aunque hasta La Chimenea.