Juan Antonio Egido cumple 83 años. Muchos de ellos los ha pasado junto a su mujer, de 82, enferma de alzhéimer desde hace dos. "Todo empezó cuando no sabía si tomar la izquierda o la derecha al salir de la parroquia los domingos, además de pérdidas de memoria y no encontraba cosas. Ahí ya me di cuenta de que algo iba mal", relata Juan Antonio. La visita al neurólogo y las posteriores pruebas confirmaron la patología, que va avanzando sin piedad. "A una hija hay días que no la reconoce y, aunque puede estar hablando normalmente con alguien conocido, pronto desvaría". Además de la ayuda de sus hijos, Juan cuenta con la de una profesional enviada por la Asociación de Familiares de Enfermos de Alzhéimer (Afedaz), que, de lunes a viernes, acude a su casa. "Es fundamental. Gracias a ella nos apañamos mejor". Juan Antonio no rebla. Su jornada empieza a las 7 de la mañana e incluye la cocina --"nunca lo había hecho"-- o lavadora. "Una hija me plancha una vez a la semana", admite. Por la tarde, un paseo de la mano con su mujer es cita ineludible.