"A mí no me quita nadie que a mi padre le han comido la cabeza", explicaba ayer María Pilar Cerdán, hija del anciano abatido en Ejea y pareja del hombre al que este disparó. A las puertas de la uci del hospital Clínico de Zaragoza, con su pareja, Rafael Laíta, recién operado de los dos disparos en el hombro que le propinó su suegro.

María Pilar quiso desmentir alguno de los datos aparecidos en los distintos medios de comunicación sobre el suceso. Comenzando por su génesis, ya que su padre, apuntó, no siempre se había llevado mal con su actual pareja. "Él quería mantener la relación con mi anterior pareja, y yo no se lo impedí", explicó.

Según su relato, de un tiempo a esta parte su padre había comenzado a manifestar su aversión por su actual yerno, al que incluso había amenazado con hacer daño, pero "nunca" llegaron a las manos, reiteró, porque su padre se marchaba cuando coincidían.

AGRESIÓN

La relación con su exyerno se mantenía, pese a que según explicó María Pilar había interpuesto tres denuncias contra él por quebrantar la orden de alejamiento que tenía respecto a ella y la hija en común, por malos tratos. De hecho, relató, su nieta había tratado de hacerle ver que se equivocaba. "Le dijo que ahora era cuando ella y yo éramos realmente felices". Pero el hombre respondió a su nieta que ella tenía un padre, y su hija un marido, y que si tenían que aguantar golpes que los aguantasen.

Pero anteayer, aclaró, no fue al cuartel a interponer una nueva querella por malos tratos o por quebrantamiento de la orden de alejamiento. Lo que fue a comunicar, "no a denunciar", es que su padre había acudido a su bar, armado con un machete, para ordenarle que volviese con su marido. Ella se negó, y su padre acabó por golpearla en la cara. "Le dije lo siento, papá, pero te has quedado sin hija, y él se marchó". Pero lo hizo advirtiendo que aquello no se iba a quedar así.

Eso fue lo que fue a comunicar al cuartel de la Guardia Civil de Ejea junto con su pareja, a la agente que habitualmente la atendía por su caso de malos tratos. Y cuando pasaron ante la casa de su padre, afirmó María Pilar, él no estaba allí. "No nos vio, pero alguien se lo tuvo que decir", consideró, porque allí estaba cuando salieron y tiroteó a su pareja, a la que intentó proteger.

La mujer, aún "en shock" por la muerte de su padre, explicó que ella no se enteró al momento del atrincheramiento, porque en cuanto la ambulancia se llevó a Rafael herido ella se fue detrás, con el coche. Hasta las 3.00 horas no volvió a Ejea, explicó.

María Pilar expuso que su padre no estaba "mal de la cabeza", aunque tampoco "bien del todo". Aunque horas antes había explicado que tuvo depresiones y un reciente intento de suicidio, y en la conversación también aludió a la "medicación" que le daba. Pero afirmó que pese a todo, hasta anteayer, siempre se habían llevado bien.