«Adiós, plan de ajuste, adiós». Así concluía ayer Fernando Rivarés el debate más importante de la Comisión de Hacienda. Al responsable de las finanzas municipales, con su característico estilo teatral, solo le faltó bajar el telón inexistente en el salón de plenos. En su evidente sonrisa parecía que hasta lo vio caer. Se hacía efectivo un anhelo que llevaba meses persiguiendo, sacar a Zaragoza del plan de ajuste por el que el Ministerio de Hacienda le tenía sometido a su exigente tutela desde el 2012. Y hacerlo cinco años antes del 2022, año en que estaba fijada su salida y hasta el que estaba llamado a resistir, como única capital de España (entre las grandes ciudades) que no podía captar deuda de los bancos, costear inversiones más ambiciosas de las que dejan sus recursos ordinarios, crear empleo público o nuevas sociedad municipales desde las que diversificar la gestión de sus servicios.

Sacó adelante el expediente por el que se acordaba dedicar el remanente de tesorería del 2016 que quedaba por gastar para finiquitar los dos préstamos aún vivos del Instituto de Crédito Oficial (ICO) con los que se financió el plan de pago a proveedores hace cinco años. Un total de 11,35 millones de euros con los que se amortizará el principal que resta por devolver y así, «en el plazo de 15 días» salir automáticamente del plan de ajuste. Tan comprensible era su propuesta que sumó a Ciudadanos (C’s) a una votación a favor para la que solo requería de los del PSOE, que respaldó la propuesta, no sin discutir que se debiera, como decía el edil de ZeC, a su «buena gestión».

Incluso se zanjó sin ningún voto en contra, ya que ni el PP se opuso esta vez (y es raro que esto suceda). Se abstuvo. Poco le importó esta vez que el «yugo» al que se refirió Rivarés fuera el del Gobierno central de Mariano Rajoy, y ejecutado por el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro. Ese que «subyuga y asfixia a los ayuntamientos», se recreó el edil de ZeC. El de un plan de ajuste «inútil y malo», comentó. «Es un día feliz para la ciudad si pensamos en ella y no en las siglas», añadió.

Una felicidad a la que se sumaba también el alcalde, Pedro Santisteve. Con la visita de los representantes de Nicaragua con los que ayer celebraba el hermanamiento de la capital aragonesa y la ciudad de León, recordaba todas esas ventajas de salir del plan de ajuste pero no estaba en su mente ningún proyecto estrella que tuviera en el cajón esperando esta buena nueva. Solo ejemplificó lo positivo de esta salida con uno que ya está en el cartel de objetivos: el viejo cuartel de Pontoneros. Quizá porque esté en su mente otras fórmulas de financiación que hasta ahora no podía utilizar. O porque no se le ocurría otro proyecto.

SÍ, PERO CON BRONCA

La expectación estaba en la posición del socialista Javier Trívez en el debate. El catedrático esta vez acabó claudicando a la propuesta del aprendiz, aunque no evitó el enfrentamiento que Rivarés le sirvió al asegurar que su planteamiento de amortizar antes otros préstamos que generaban más ahorro a las arcas era «ilegal». «No lo es, se le podía dedicar toda esa cantidad pero supondría un coste adicional. Y como presenta más problemas vamos a apoyar la propuesta del Gobierno».

Era todo lo que Rivarés deseaba oir de él, pero también le recordó que «si tenemos que vicular su incapacidad para la inversión a este plan de ajuste, parece una broma, porque el PSOE tuvo cifras peores e hizo más». Totalmente cierto, igual que cuando le recordó que existe todavía un plan económico-financiero vigente «por sus incumplimientos» del pasado 2015 que le restringe igual que el plan de ajuste de Montoro hasta final de año.

También lo es lo que le replicó Rivarés: se tuvo que acudir a un crédito de 45 millones del fondo estatal por las sentencias condenatorias que provocó el mandato socialista. Pero, ¿qué sería un acuerdo ZeC-PSOE sin bronca?

Otra novedad fue C’s, cuya portavoz, Sara Fernández, explicó que «solo pedíamos las garantías e información necesarias», las que se aportaban ahora y que llegan «cinco meses tarde», ya que se rechazó en febrero. Pero salir del plan de ajuste «está por encima de cualquier interés partidista». Era, dijo, «altura de miras».

Carmelo Asensio, de CHA, festejaba como Rivarés la gran noticia, que siempre había apoyado él. Salir de un plan «inútil y desfasado» que suponía «quitarnos la bota de Montoro del cuello».