Aragón siempre ha tenido una clara vocación de acoger a la Vuelta. El enclave estratégico de Zaragoza ha servido para que la capital aragonesa haya recibido la visita de la Vuelta casi de forma permanente. Son 48 las etapas que se han cerrado en Zaragoza, de las 99, este año incluido, que han finalizado en la comunidad. Desde Mariano Cañardo, con su victoria en el velódromo de Torrero en la primera edición de 1935, hasta el triunfo del francés Barguil el pasado año en Formigal, diecisiete enclaves o localidades se han sumado al comité de recepción de la carrera.

La racha de llegadas en llano (Zaragoza, Calatayud, Huesca, Barbastro) se mantuvo hasta que en 1972 acudió la carrera a Formigal. Fue en una edición de color español que ganó José Manuel Fuente, quien cimentó su triunfo en una escapada que abrió en Monrepós con Grande. Destronó al líder Perurena. En Formigal también ganaron luego Tamames y Torres.

En 1981 se incorporó a las llegadas Alfajarín por el casino Montesblancos, que con su 1,5 kilómetros de exigente acceso pasó a ser uno de los finales más espectaculares en 1981, 1982 y 1983, en las que ganaron Pedro Muñoz, José Luis Laguía y Saronni. En Zaragoza también dejaron su firma grandes llegadores. Delio Rodríguez, con tres etapas en la capital y una en Huesca, ostenta el récord de victorias en Aragón, seguido por Alessandro Petacchi con tres.

Tierra de llegadores

Entre los grandes llegadores que se han prodigado en Aragón cabría destacar a Van Steenbergen, Steegmans, Wagtmans, Karstens, Maertens, De Vlaeminck, Planckaert, Van Poppel y Zabel. Un hecho insólito: en 1958 ganó en Zaragoza el italiano Pierino Baffi y 37 años después (1995) hacía lo mismo en Calatayud su hijo Adriano Baffi.

En 1987 se incorpora al escenario de la Vuelta un final de etapa que a lo largo de 20 años se constituirá en meta en diez ocasiones: Cerler o El Ampriú. Cubino, Parra, Delgado, Farfán, Ivanov, Rominger (2), Rincón, Jiménez y Piepoli han sido sus conquistadores. Salvo la vistosísima subida al fuerte de El Rapitán en Jaca hace dos años, donde triunfó Purito Rodríguez, no se han dado otros finales en alto, incluidos los ya citados de Montesblancos. Ha sido este año con la llegada a Valdelinares cuando se ha abierto una nueva opción de final en alto para la carrera.

Dentro del historial de la carrera en Aragón hay dos etapas que merecen la calificación de históricas. La primera, en 1960, entre Guadalajara y Zaragoza con 264 kilómetros. Además de ser larga, los ciclistas salieron tarde, a las 12.00, y malhumorados ya que pidieron que se dieran dos avituallamientos, cosa que la organización no concedió. Su protesta, en forma de marcha lenta, se ralentizó a causa de un viento lateral que no cesó. En el kilómetro 73, al paso por Alcolea del Pinar ya llevaban hora y media de retraso.

El seísmo se estaba elaborando. En Ariza, el retraso era de dos horas, y en La Almunia ya venían alumbrados por los faros de los coches. La cuesta a La Muela, entre silbidos de los espectadores, se subía cerca de las 21.00. En Zaragoza aguardaba un panorama complicado. La llegada se realizaba dentro de La Romareda con 30.000 espectadores, que en plena noche hacían antorchas con los periódicos. En la pista del estadio, peraltada en las esquinas con suelo de madera, venció el belga De Cabooter. El promedio fue de 28,401 km/h.

Más recientemente, en el 2001, Zaragoza fue cierre de una etapa procedente de Logroño que batió el récord de velocidad (55,176 km/h). El motivo fue doble: el fuerte cierzo a favor y el ímpetu del ONCE, contestado por el resto. El ganador fue Igor González de Galdeano, que apenas tuvo espectadores en la llegada, y por supuesto ninguna autoridad en el protocolo. Pero esa etapa tuvo más cosas. La meta estaba en Vía Univérsitas, donde el amplio despliegue de TVE dispuso su equipo.

El fuerte viento disparó la alarma de seguridad de su grúa, donde instalaban sus parabólicas, y fue necesario acudir a reubicarlas en la azotea del número 44, una vez solicitado el permiso del presidente de la comunidad de vecinos y además abonando un canon. Sin embargo uno de los vecinos entró en cólera, y a punto de conectar el directo, obligó a desmontar el dispositivo, con lo que más de cien millones de espectadores de todo el mundo se quedaron sin imágenes.

La carrera también ha abierto su periplo en Zaragoza dos veces: en 1968, con una doble jornada y una crono de cuatro kilómetros que ganó Jan Janssen (la Vuelta se la llevó Gimondi) y en 1995, con otra crono de siete kilómetros vencida por Olano. Una anécdota muy interesante la protagonizó en 1981 el actual presidente de la Federación Española de Ciclismo, José Luis López Cerrón, cuando militaba en el Zor. Ganó la crono en el entorno de los Pinares de Venecia. No era un especialista y realizó un fantástico tiempo. Parecía imposible. Se abrió una investigación y finalmente se concluyó que la moto que le precedía le había llevado involuntariamente por un atajo.