El Ayuntamiento de Zaragoza quiso ayer cuidarse en salud y activó el nivel máximo de alerta. Movilizó a todos los miembros de la Policía Local, incluso a los UAPO --su cuerpo de élite--,.y reforzó los turnos de los bomberos ante la "inexactitud" de los datos ofrecidos por la CHE, tal y como reconoció el teniente de alcalde, Carlos Pérez Anadón.

La casa consistorial albergó un centro de mando improvisado en el que los concejales y técnicos siguieron minuto a minuto la crecida del río que llegó hasta los 2.500 hectómetros cúbicos. Se centraron en asistir a los barrios rurales, que fueron los más afectados por esta extraordinaria avenida. Especialmente, el barrio rural de Alfocea que dejó de estar incomunicado tras solicitar al Ministerio de Defensa el uso temporal de unos terrenos.

Los efectivos desplegados por toda la ciudad suspendieron el rastro y tuvieron que controlar la zona Expo, donde el río anegó el parque del Agua, o el tercer cinturón, en el que se cortaron al tráfico dos carriles. Asimismo, los empleados municipales recorrieron las zonas más cercanas al Ebro no solo para vigilar, sino también para crear motas como la que realizaron en la avenida Ranillas. Sin embargo, el agua aprovechó una acequia como aliviadero, lo que obligó a cortar el acceso a la autopista por esta zona.

Los más perjudicados, como siempre que hay riadas, son los vecinos próximos a las riberas. Los del barrio de Vadorrey, Actur y La Almozara fueron los más afectados, especialmente por el agua filtrada en garajes, trasteros y locales. No obstante, la experiencia hace que los daños no alcancen gravedad. Días antes, muchos habían retirado sus vehículos y los objetos de valor.

"Menos mal que la Policía tiene comprensión y no nos multa porque hemos invadido el parque próximo", señaló José, que tiene su garaje con cinco centímetros de agua en Vadorrey. Por su parte, Miguel Ángel reconoció que "de la experiencia aprenden hasta los seguros, que solo pagan las consecuencias cuando se consideran las riadas como extraordinarias. Esta espero que sí pagarán".

FOTÓGRAFOS En el lado opuesto estuvieron centenares de zaragozanos que abarrotaron los puentes y riberas para fotografiar lo que estaba ocurriendo. Las redes sociales se llenaron de imágenes. No obstante, el de piedra fue el más concurrido, ya que elegían que el fondo fuera la basílica. De hecho, varios indigentes se trasladaron a esta infraestructura para pedir limosna.

Muchos, como Laura y José Luis, admitieron que llegaban tarde a la comida familiar del domingo, pero que había que aprovechar que la riada ocurría en un día festivo. Otros decidieron que ver el río era una parada obligatoria en el aperitivo .

También hubo familias que querían enseñar a los más pequeños cómo se comporta el Ebro en invierno. "Esto también es una lección educativa, porque quien vive en Zaragoza sabe que el Ebro en verano casi se puede atravesar andando". Este fue uno de los comentarios más repetidos, junto con que desde el 2003 no se veía con "tanta agua y tanta fuerza".