Ada Parellada (Granollers, 1967) es cocinera, escritora y divulgadora gastronómica. Y, de un tiempo a esta parte, es también una firme activista a favor del mejor aprovechamiento de los alimentos. Parellada aprovechó ayer martes para preparar en su restaurante un centenar de croquetas, con las que piensa obsequiar a los diputados del Congreso.

—¿Por qué unas croquetas? ¿Qué sentido tienen?

—Pues porque las croquetas son uno de los mejores ejemplos de comida reaprovechada. Son un alimento hecho a partir de otros productos ya elaborados y las hemos convertido en un símbolo de nuestra campaña. Usamos el hashtag #croquetasilegales.

—¿Qué espera de este encuentro con los políticos?

—Que tomen conciencia del sinsentido que se está produciendo en estos momentos. Tenemos una ley que es muy drástica, demasiado estricta... Supongo que cuando se dictó eran otros tiempos, las neveras y las medidas de seguridad alimentarias no eran las de ahora, y quizás se habían cometido desmanes, pero yo creo que ahora se podría flexibilizar.

—Pero el mayor despilfarro, al menos eso dicen las estadísticas, lo están haciendo las familias...

—Es cierto, el hecho de que en las casas se tire tanta comida es la consecuencia de haber roto la cadena de transmisión culinaria que hubo siempre entre las generaciones. La incorporación de la mujer al mundo laboral, que me parece estupenda, hace que ya no se cocine como antes y, por tanto, tampoco se compran los productos como antes. Se planifica menos y sobra comida.

—Antes también nos hacían terminar lo que teníamos en el plato.

—¡Tampoco es cuestión de atiborrar a los niños! No hablamos de eso. Tampoco hablamos de hacer caridad con los pobres. Hablamos de una cuestión más ética, de saber consumir en la justa medida, sin excesos, ni despilfarros innecesarios.