El proceso de fusión entre Ibercaja y el grupo Caja3 no ha generado grandes inquietudes ni sobresaltos entre los clientes de ambas entidades. La mayoría ve con buenos ojos la operación, ya que, en su opinión, dará lugar a un banco "con raíces aragonesas" y cuyo domicilio social seguirá estando en Zaragoza. "Al menos de esta forma todo queda en casa y se evita que entidades de otras comunidades se hagan con el control de cajas que son 100% aragonesas", señalaba ayer una clienta de 52 años tras salir de la sede central de Ibercaja.

Antonio, cliente de Caja Inmaculada "desde hace más de 30 años", era de la misma opinión y aseguraba que en estos momentos "de incertidumbre" las compañías de la comunidad "deberían estar más unidas que nunca". "Estaba claro que solas no podían quedarse, así que mejor que se junten entre ellas", indicaba Antonio, que añadía que en España "había demasiadas cajas y bancos".

Lo único que parecía inquietar ayer a los usuarios consultados eran las consecuencias que la integración puede provocar en el empleo. Entre Ibercaja y Caja3 suman unos 7.300 trabajadores y, quien más quien menos, tiene algún conocido o algún familiar en la plantilla. "Lo malo es que sobrará personal, aunque esperemos que no haya despidos forzosos y que las condiciones de los que se queden sean las mismas que las de antes", comentaba otro cliente de Caja3.

Ahora, lo que más preocupa a los representantes sindicales es cómo se resolverá la duplicidad de la red de oficinas y confían en que las salidas no serán traumáticas. "Creemos que será suficiente con las prejubilaciones y las bajas voluntarias", reconocía ayer un trabajador de Caja3, al tiempo que aseguraba que la decisión anunciada ayer era "la más acertada para ambas entidades". "Se creará un gran banco aragonés que estará entre los diez primeros de España y destacará por su solvencia", añadía el empleado.

Menos competencia

Aunque la mayoría no cree que la integración vaya a influir en los servicios que prestan las entidades, algunos usuarios sostienen que el proceso de reordenación que está viviendo todo el mapa financiero español reducirá la competencia en el sector. "Al final van a quedar muy pocos bancos, esperemos que no se pongan de acuerdo para pactar precios o subir a la vez las comisiones de algunos productos", apuntaba ayer un cliente de Ibercaja.