"Estaba sentada en el sofá viendo la televisión y escuché varios petardazos seguidos. Miré por la ventana y vi el fuego. Y salí de casa corriendo". Irene Vayod, de 83 años, todavía temblaba ayer cuando hablaba del momento en el que desde primera línea vio el incendio que el viernes arrasó 10 hectáreas en Alcañiz. Cinco de pinar y otras tantas de materia no forestal. Su casa, el número 31 de la carretera de Zaragoza, se encuentra justo enfrente del pinar en el que se inició el fuego. "Tuvimos mucha suerte", decía. Tanto es así que la vivienda colindante está completamente inservible por los destrozos generados por el fuego. Es uno de los dos inmuebles con los que se cebó el incendio. También lo hizo con dos naves industriales. Los bomberos tuvieron que desalojar una vivienda y la residencia de mayores Santo Ángel.

La fábrica de bebidas La Siberiana situada en la carretera de Zaragoza y calcinada completamente por las llamas centró todas las miradas. "Tuvimos que escapar del interior porque volaban los bidones de cerveza", explicaron fuentes de los Bomberos de Alcañiz. Las llamas arrasaron todo lo que había en su interior. "Cuando llegamos solo quedaba el armazón del coche". El alcalde de la localidad, Juan Carlos Gracia, ofreció una nave del polígono Las Horcas a la empresa para continuar su actividad.

CONSECUENCIAS Los barriles generaron más de un incendio de los que tres todavía estaban activos ayer por la mañana. Es el caso de la nave de 300 metros cuadrados de neumáticos de Francisco Beltrán, ubicada en el Camino de la Estanca, una calle paralela a la carretera Zaragoza. Uno de los bidones que saltó por los aires aterrizó en un sector de su taller, Recauchutados Unión. Ayer solo quedaban los escombros junto a los operarios de Endesa que cambiaban el tendido eléctrico afectado por el fuego y que dejó a la calle sin luz.

El viento y el bochorno del viernes hicieron que Alcañiz se viera envuelta en escasos minutos en un "agresivo fuego" y cubierta por una densa capa de humo negro, decían fuentes de los Bomberos que admitieron que el peor momento del suceso se vivió entre las 18.20 y las 21.00 horas. "Estábamos desbordados", explicaron, "éramos tres bomberos y un camión para frenar un fuego horrible que se había extendido a lo largo de más de 600 metros y estaba afectando a las casas".

Otro de los puntos que más peligro generó fue el depósito de gas del hotel Senante. "Rápidamente echamos espuma para enfriarlo y evitar un fogonazo", explicaron los antiincendios.

El viento arrastró un gran número de chispas. Llegaron hasta el barrio Capuchinos donde se encuentra la residencia. Los 119 mayores fueron trasladados de forma inmediata: 19 al hospital de Alcañiz, que habilitó la planta sexta para el suceso, de los que tres fueron ingresados por inhalación de humo. El resto se ubicó en casas de acogida, en el colegio Escolapios y el de Las Anas. Miembros del campamento Bajo Aragón ayudaron en el proceso.

Vayod explicaba con admiración que fueron tres jóvenes de un taller los que, en un primer momento, trataron de apagar con mangueras las llamas que empezaban a alcanzar las viviendas. De hecho, los vecinos colaboraron con los bomberos tratando de enfriar las fachadas y la zona ajardinada que separa el pinar de las viviendas. "Abrimos las puertas y las ventanas para que pasarán las mangueras", explicó Sergio Anglés. "Hubo muchos fallos, las bocas de riego estaban bloqueadas y no se abrían", criticó. Pero ayer los vecinos decían que, por suerte, se había quedado "en un susto".