Uno de cada cuatro ni- ños de 10 años tiene un smartphone. A los 11 ya es uno de cada dos y a los 12, tres de cada cuatro. A los 15 es raro el que no lo tiene. Los expertos habían alcanzado cierto consenso en fijar los 12 años como edad mínima para poseer un móvil con acceso a internet, coincidiendo con la entrada en Secundaria. Sin embargo, los últimos datos apuntan que, en general, el gran momento se está adelantado como mínimo un año. Si se le pregunta a cualquier padre o madre, casi todos aseguran que habrían comprado el malévolo aparato más tarde. Que de ser por ellos, sus hijos no estarían tanto tiempo enganchados. La verdad es que el smartphone es un elemento esencial para entender la identidad y el día a día de cualquier adolescente. Con luces y sombras.

«Todos abusamos de las pantallas, pero es verdad que cada vez está bajando más el inicio del uso del smartphone. Antes era en Secundaria pero, ahora, más del 90% de los alumnos de 12 años ya tiene dispositivo», asegura Juan Antonio Planas, presidente de la Asociación Aragonesa de Psicopedagogía. Ese incremento en la precocidad aumenta, por consiguiente, el «peligro» por «la adicción y porque son más vulnerables, con el riesgo de ser víctimas, acosadores o espectadores de cyberbulling --acoso a través de las redes--», indica Planas. En A los 12 años, tres de cada cuatro menores ya tiene un ‘smartphone’ ¡Alerta!

LOS MENORES EN LA RED

Los expertos recomiendan no empezar a usarlo hasta los 14 este sentido, el experto admite que «no se puede prohibir» el uso del móvil, pero «es necesario que todos aprendamos a usarlo con moderación», aunque cree que «antes de los 14 años no deberían tener estos dispositivos». A partir de esa edad, el telé- fono debería utilizarse «sujeto a unas normas determinadas y bajo control paterno», subraya.

EXCLUSIÓN SOCIAL

En muchos casos, las familias recurren al riesgo de exclusión social de sus hijos a la hora de justificar la compra de un móvil a edades tempranas. En este sentido, Planas lo tiene claro. «Eso es una trampa. Al final, un niño puede tener muchos amigos virtuales pero ninguno de verdad. Estamos creando una serie de personas aisladas cuyos contactos son a través del móvil. Es todo virtual y necesitamos ni- ños en la calle, jugando con sus amigos y que aprendan a perder y saber lo que es la frustración», opina.

Además, el peligro de la adicción acecha. «Se dan casos de facturas de miles de euros como consecuencia de juegos online a través del móvil que al principio es gratis pero que exige pagar para pasar a la siguiente pantalla. Estamos expuestos a tantas cosas y muchas desconocidas que es muy difícil prevenir contra todas ellas», sostiene el psicopedagogo. Planas advierte, en este sentido, de que esa misma vulnerabilidad de los menores provoca que sea «fácil» para ellos caer en esa adicniños con móvil adicción porque «no saben controlar el tiempo ni detectar esas trampas de juegos gratuitos que realmente no lo son. Y, por supuesto, a eso hay que añadir la amenaza de posibles pederastas ocultos en una falsa identidad de un niño. Ante todo eso, la cautela y la moderación son esenciales».

Incluso ya en la adolescencia más avanzada y en edad adulta. «Estamos enganchados al wasup, continuamente conectados y no se guarda la debida confidencialidad, lo que crea más problemas que ventajas», asegura. Esta falta de moderación en el uso del móvil repercute también en el rendimiento escolar del alumno, no tanto en cuanto a notas como en la personalidad del menor. «Más que peores resultados académicos, lo que detectamos es cada vez más ansiedad y estrés en aquellos que no saben hacer un uso del móvil con moderación. Creen que tienen mucho tiempo y lo posponen todo, pero al final se les viene el tiempo encima», apunta.

Para Dominica Díez, psicóloga de la Fundación Althaia, el smartphone afecta a la capacidad de concentración y a la manera de aprender. «Se dice que los alumnos tienen demasiados deberes pero estos también pueden alargarse por las interrupciones para mirar el móvil», explica.