La rotura de la mota de Alfocea obligó a la Guardia Civil a rescatar a tres personas aisladas por el agua. La conocida como parte baja del barrio rural estaba completamente anegada por el agua, por lo que se tuvo que utilizar un helicóptero y una zodiac para realizar las maniobras. Además, otras 40 personas fueron desalojadas. Todas ellas en la zona baja del municipio. El consistorio, ayudado por bomberos, organizó varios turnos para abandonar el barrio rural y que hoy pudieran ir a trabajar.

El primer rescate se produjo a las 16.00 horas cuando un matrimonio se encontraba en el tejado de su casa pidiendo ayuda. Inmediatamente la Guardia Civil procedió al rescate en helicóptero. El cabo Ramiro Muñoz explicó que la altura y la fuerza del agua --más de 1,5 metros-- hacían peligroso maniobrar en zodiac. Tampoco ayudaban las vallas y los desniveles, por lo que dieron aviso al helicóptero de la Unidad Aérea de la Guardia Civil de Huesca .

La excepción se produjo a las 18.00 horas cuando la Guardia Civil rescató en zodiac a Nacho Benito, un joven que se encontraba en una nave agrícola completamente rodeada por el agua. En este caso, las instalaciones ubicadas a escasos metros de la zona de la carretera a la que el agua no había llegado en el momento. Con él había dos personas más que optaron por quedarse. Benito explicó que llevan "desde las 3.30 de la noche del viernes creando un dique de contención en las entradas de las instalaciones y achicando agua con dos motobombas pero estamos rodeados", explicaba.

Viendo el rescate se encontraba Juan Manuel Monfort, residente de la parte baja de Alfocea. Dejó el sábado su casa a sabiendas de lo que iba a ocurrir. "Lo único que se es que tiene más de un metro de agua dentro. Estamos preocupados porque no sabemos qué nos encontrarmos", señaló. En esta zona los buzos de la Guardia Civil inspeccionaban las casas para comprobar si quedaban gente dentro de ellas.

En Monzalbarba, el centro deportivo municipal y la residencia de mayores desalojada la semana pasada quedaron completamente anegadas. Esta vez el centro no se salvó de que entrara el agua en su interior y el río lo arrasó todo. Carlos Lanaspa fue el último vecino desalojado. Fue ayer por la mañana. Su casa, de dos plantas, soportó la primera crecida, aunque en parte ya que se le inundó la bodega. El sábado por la noche el agua comenzó a entrar en su casa devorando la primera planta por completo, lo que le obligó a abandonarla.