Una cosa es poner una multa y otra cobrarla. Ese debería ser el lema del Ayuntamiento de Zaragoza, que todos los años ve cómo sus cálculos de ingresos por multas de tráfico resultan demasiado optimistas. De hecho, un ejercicio con otro, lo normal es que el consistorio ingrese en torno al 60% del importe total, pues muchos conductores consiguen eludir el pago utilizando variados subterfugios.