La crónica del último lustro en Aragón es la crónica de un sueño evaporado. El final de la Exposición Internacional del 2008 en Zaragoza abrió paso, hace ahora cinco años, a un abismo inimaginable. Partidos, instituciones, sindicatos, patronal, asociaciones y la ciudadanía en general, aún no se han recuperado del shock económico y social de sufrir dos recesiones casi consecutivas. No es de extrañar. Nunca antes había pasado. Todo es nuevo, desconocido porque, quizá, lo vivido hasta ahora a partir de la caída de Lehman Brothers sea más un cambio de modelo que una crisis.

En el 2008 el mercado laboral estaba en plenitud, con 615.100 ocupados, justo antes de comenzar la Expo y con un 5,98% de tasa de paro en el primer trimestre (39.000 desempleados). Hoy, cinco años más tarde, nada es igual. Aragón ha perdido 112.000 ocupados y el número de personas sin trabajo ha crecido en casi 105.000. La tasa de paro ha escalado hasta el 22,36% --casi cuatro veces más--, según refleja el Instituto Aragonés de Estadística, con datos del INE. El paro ha borrado de un plumazo la quimera del pleno empleo y de la efervescencia económica.

LAS CAUSAS

La explicación hay que buscarla en el crack financiero, el pinchazo de la burbuja inmobiliaria y la fiebre del ladrillo, y, poco después, en la caída del consumo privado y la demanda.

Y eso trajo consecuencias. Aragón sumaba 71.200 ocupados en el sector de la construcción en el 2008, mientras que hoy apenas hay 33.000. Un hundimiento que abrió la brecha del desempleo y que se contagió al resto de sectores (auxiliares de la construcción, oficios, profesionales del ámbito inmobiliario). Todo se deshizo como un terrón de azúcar. Mientras, la industria --uno de los revulsivos de la economía aragonesa con General Motors y sus auxiliares a la cabeza (pasó de 485.000 vehículos al año a solo 270.000)-- también sufrió un fuerte revés y en cinco años se han esfumado 50.000 ocupados (de 135.000 en el 2008 a 85.300 en 2013). El sector servicios, que representa más del 60% del Producto Interior Bruto (PIB) aragónes, también ha sufrido de lo lindo (y sigue), con la pérdida de casi 22.000 ocupados.

OBJETIVO: SOBREVIVIR

El reflejo de todas estas cifras se puede buscar en el dato general de afiliación a la Seguridad Social en Aragón. En mayo del 2008, la comunidad rozaba los 600.000 cotizantes y un lustro despues la cifra se ha desplomado hasta los 499.195, es decir, 100.000 afilados menos.

Un escenario que llevó, indiscutiblemente a las empresas a buscar nuevos mercados fuera de España. La internacionalización se convirtió en el catecismo de las pymes, que vieron cómo era la única manera de sobrevivir a un horizonte tan hostil. Solo en Aragón se ha perdido el 23% de las pymes desde el 2008 hasta hoy. Pero ello exigía competir. Y, de momento, solo lo han podido hacer a través de la reducción de costes, tanto en el exterior como en el mercado nacional. Un hecho que se ha traducido, con la ayuda de las dos reformas laborales puestas en marcha por los gobiernos de Zapatero y Rajoy, en la pérdida del poder adquistivo de los ciudadanos.

Y el bolsillo de los aragoneses empezó a menguar. Entre 2008 y 2013, el coste salarial por trabajador y mes ha crecido tan solo en algo más de 11 euros, y el cos-