El PP sufrió ayer un serio tropiezo electoral en Aragón. Con fuertes retrocesos en todos los escenarios institucionales, el partido de José María Aznar no consiguió evitar en nuestra comunidad el correctivo de los votantes. En paralelo, el PSOE logró fuertes avances, que le dejan en condiciones de gobernar la DGA, los ayuntamientos de las tres capitales de provincia (sólo cabe alguna duda en el de Teruel) y las tres diputaciones provinciales. CHA, muy crecida, pasó a convertirse en la tercera fuerza política regional, mientras el PAR retrocedía en casi todos los terrenos. IU apenas logró mantener su único diputado autonómico. El nuevo panorama hace presagiar que los futuros pactos no serán fáciles. Pero hay dos hechos indudables: a diferencia de lo sucedido en el resto de España, los aragoneses sí que castigaron con severidad al Partido Popular, y tal castigo ha traído aparejada una notoria hegemonía de los partidos progresistas. Vuelve la izquierda.

Ha sido sobre todo por el PHN y quizás por la guerra en Irak; pero lo cierto es que en este caso ni los sondeos ni las predicciones se equivocaron: aquí el voto conservador se batió en retirada. No cabe hablar de catástrofe, pero es un golpe muy duro. En Madrid deberían tomar buena nota.

Todo un vuelco electoral

En bastantes ámbitos (por ejemplo el autonómico) PSOE y PP intercambiaron ayer las posiciones que ambos mantenían en la correlación de fuerzas surgida de las elecciones del 99. Iglesias va a ser sin duda alguna el primer presidente aragonés que repite mandato, y podrá hacerlo con autoridad porque ha logrado darle la vuelta al marcador: de 23 a 27 diputados.

Atarés defendió su suelo electoral en Zaragoza capital, pero finalmente fue desbordado por Belloch (por poco más de un punto sobre los porcentajes de voto emitido). Sólo en Teruel pudo Manuel Blasco aminorar la caída, aunque tendrá difícil mantener la alcaldía. En Huesca, Elboj barrió, subiendo de golpe más de dieciseis puntos. Los socialistas no tendrán problemas para controlar las provincias, tanto las diputaciones como buena parte de los consejos comarcales. El PP sólo tiene asegurada la alcaldía de Calatayud, donde la mayoría absoluta estaba asegurada de antemano. Sin sorpresas, todo esto se veía venir.

Alcalde y Atarés aceptaron los resultados con deportividad. El trasvase del Ebro decidido por su partido les ha costado caro (a cambio, el PP incrementó su ya ventajosa posición en Murcia, pero experimentó algunos retrocesos en la Comunidad Valenciana). Iglesias y Belloch, a su vez, se mostraron contentos pero prudentes: para gobernar tendrán que pactar; y no será fácil.

Unos suben y otros bajan

Fue una jornada de fiesta para Chunta Aragonesista. Salvo en Huesca capital, donde su candidatura no tuvo ningún éxito, CHA fue el partido que experimentó una mayor subida en términos relativos. Es seguro que captó mucho elector juvenil y que recuperó voto de izquierdas refugiado anteriormente en la abstención. Lo más importante para Bernal y sobre todo para Gaspar, el primer candidato municipal por Zaragoza, es que los nacionalistas se convierten en la pieza clave para gestionar el ayuntamiento de la capital.

Peor fueron las cosas para el PAR. Sólo se sostuvo en Teruel. Y su único consuelo es que puede seguir siendo bisagra para gobernar la DGA. ¿Cómo es posible que el Partido Aragonés no obtuviese rentabilidad alguna de su oposición al trasvase y de sus ofertas a los votantes conservadores desencantados con el PP? Esta va a ser una pregunta que sin duda atormentará durante mucho tiempo a Biel y los suyos.

IU se queda donde está, lo que no es precisamente ninguna victoria. Para la coalición de izquierdas, no recuperar la presencia en el Ayuntamiento de Zaragoza que ya perdió en el 99 se convierte en una verdadera tragedia. En las Cortes, Barrena, el único diputado de Izquierda Unida, ya no tendrá la relevante posición que tuvo durante la última legislatura su compañero Lacasa.

Hay varias claves para analizar la jornada de ayer: la coherencia del electorado aragonés es la principal de todas ellas. En esta comunidad, la ciudadanía no cesa de mandar clarísimos mensajes a sus políticos. Ayer les advirtió que nunca admitirá que se vulneren sus intereses más elementales. Quien promueva trasvases lo pagará. Y también reclamó con igual nitidez la necesidad de cambios en las maneras de gobernar y de manejar las instituciones. Habrá que ver ahora cómo administran los elegidos el voto que ayer ganaron o cómo trabajarán para recuperar el que perdieron.