El expresidente de la Generalitat Artur Mas considera que Cataluña todavía no está preparada para «la independencia real», en declaraciones publicadas ayer por el diario británico Financial Times, echando un jarro de agua fría al independentismo catalán que podría plantear la declaración unilateral de indpendencia elpróximo martes.

Mas indicó a este periódico económico que la región había «ganado el derecho a convertirse en un Estado independiente», pero reconoció la existencia de un debate entre los líderes catalanes sobre si ahora es el momento de declarar de manera unilateral la independencia.

«La pregunta ahora es cómo ejercemos ese derecho, y aquí hay, obviamente, decisiones que adoptar. Y esas decisiones deben tener un objetivo en mente: no se trata tan solo de proclamar la independencia, sino de si realmente nos convertirnos en un país independiente», reflexionó.

Mas agregó que «para ser independientes hay algunas cosas que todavía no tenemos», en referencia a asuntos como el control territorial, el sistema judicial o la recaudación fiscal.

Varias voces del independentismo han alertado de que quizá no sea la mejor idea proceder ya a una declaración de independencia (DI), que a lo mejor caben mayores dosis de «pragmatismo», como ha apuntado el expresidente Mas. También que «importa poco el tiempo, lo que cuenta es hacer efectivo el mandato», como ha aseverado la coordinadora del PDECat, Marta Pascal. Y que sería bueno que se fraguara una «tregua» que «serene» los ánimos entre gobiernos, como ha sentenciado el consejero de Empresa, Santi Vila.

Nótese, con todo, que los significados que han expresado sus dudas no pertenecen al ámbito de influencia de Carles Puigdemont, que al fin y a la postre, es quien tomará la decisión. Y que ERC empuja hacia la DUI.

También ha habido influentes creadores de opinión secesionistas que han abogado por respirar a fondo y pensar. Sobre todo cuando la amenaza del Estado de actuar contundentemente es más que real. Incluso el goteo de empresas que están trasladando sus sedes centrales a otros enclaves de España, antes incluso de la DUI, a modo de presión, pueden estar ayudando a los independentismo a ver las aristas de la unilateralidad.

Ayer se vivió también pequeños gestos de distensión. Para empezar, el independentismo no ha corrido para convocar el pleno del Parlamento, que ha quedado fijado para el martes a las 18 h. a las 9 horas de la oficialización de los resultados y no los 48 que dicta la ley del referéndum. Después, el delegado del Gobierno, Enric Millo, pidió disculpas por la actuación policial. Y algo parecido, pero muy a su manera y no sin antes poner en duda el número de heridos y su gravedad, ha hecho el portavoz del Gobierno, Íñigo Méndez de Vigo. Los sindicatos policiales ya han pedido la dimisión de Millo.

A veces, la distensión llegar por la inacción, como la de Mariano Rajoy, que ha hecho oídos sordos a las peticiones reiteradas de Ciudadanos (la última, este viernes) de que aplique ya el artículo 155 de la Constitución.

Otra muestra de enfriamiento cabe buscarse, por ejemplo en los líderes de la ANC y Òmnium, Jordi Sànchez y Jordi Cuixart, que han pisado la Audiencia Nacional. Ambos (y también el jefe de los Mossos, Josep Lluís Trapero) están siendo investigados por sedición, pero todos volvieron en la misma mañana a Barcelona.

En tanto, y advirtiendo estos movimientos, la CUP, socios de Junts pel Sí en el Parlamento catalán, ha avisado a los posconvergentes de que deben mantenerse «fieles» al mandato recibido y que la declaración sea aplicable con carácter inmediato, es decir, que no tenga un carácter «diferido» de entrada en vigor en tres o seis meses. Lo cierto es que, aun con esos signos de distensión ya apuntados, los nubarrones sobre el independentismo siguen vigentes. Al recuerdo de la acción policial del domingo y la amenaza, casi verbalizada por el Rey, de aplicar el artículo 155 cabe sumarse, por ejemplo, la ampliación de la investigación a Trapero a los hechos del 1-O.