La huelga del autobús en Zaragoza se ha convertido en un interminable suma y sigue de reuniones maratonianas en el Servicio Aragonés de Mediación y Arbitraje (SAMA) que acaban en nada o en más suspense. Para aquellos que decidan esperar a que ambas partes, dirección y comité de Autobuses Urbanos de Zaragoza (AUZSA), decidan firmar un preacuerdo al futuro convenio. Y la de ayer fue una más de las más de veinte que llevan acumuladas. Con una condición novedosa hasta ahora, que la asamblea de trabajadores se pronunció a favor de luchar por arañar algún logro más a un entendimiento que es amplio. Muchos ayer pedían parar ya, y someterlo a referendo. Y finalmente así será, salvo sorpresa. Y mientras tanto, más tregua.

Al cierre de esta edición, no se había firmado nada, pero fuentes de la negociación apuntaron a que la decisión final pasaría por ampliar la tregua hasta mañana miércoles, para que toda la plantilla tenga oportunidad de votar. Segundo referendo y esta vez convocado por el comité, para comprobar si ese sentir general mostrado ayer en la asamblea se plasma en una rúbrica que ya no sería decisión sindical, sino clamro de los compañeros.

POCOS FLECOS

Los flecos eran muy pocos ayer, menos aún por la mañana, cuando muchos pedían abiertamente no regresar a los paros en el servicio. El objetivo era otro: más control sobre el cumplimiento de las mejoras. Acuerdo y presión a la dirección y, sobre todo al ayuntamiento, al que le exigen crear una comisión consistorio-comité en el que avanzar en el seguimiento de las novedades en el servicio que ellos mismos prometieron antes de suspender los paros. Que no desconvocar, recordaban muchos.

Por tanto, todos los esfuerzos se debían dedicar, explicaron desde la plantilla, en garantizar cuanto antes los nuevos cuadros de marchas, que completaran unos "logros importantes" conseguidos ya en la mesa de negociación, especialmente en el aspecto salarial. Aunque quedaba un escollo: el pasado viernes le pedían a la empresa que si en los cinco años de convenio el IPC subía en el acumulado más del 2%, ese exceso pasaría directamente a la masa salarial.

Pero muchos decían que eso no debería ser una aspecto decisivo para no firmar. No al menos para quienes aseguraron que no resistirían más días de paros. Esta vez no. Y en eso radicaba el "esfuerzo importante" al que se refería el propio presidente del comité al finalizar la asamblea. Eso no obstaculizaría el acuerdo definitivo. Aunque luego, en la reunión del SAMA, siendo el único escollo a salvar, no resultara tan fácil de solventar.

DECISIVO

Ayer era el día decisivo, el último de una tregua de 15 días en la huelga que nunca fue desconvocada y la que todos los usuarios esperaban para saber si hoy volverían las largas esperas en el autobús. Y, conscientes de ello, la asamblea de trabajadores se daba cita en la sede de UGT en Zaragoza para tomar conciencia del punto en que se encontraba la negociación. Y decidir, esta vez sin urnas, si volver a los paros en el servicio. De nuevo a perder dinero en sus nóminas para pelear en el SAMA por unos objetivos que todos daban por cumplidos abiertamente.

Algunos de los asistentes salían de la asamblea asegurando que reanudar la huelga no tenía ningún sentido ahora que estaban tan cerca, otros pedían abiertamente la firma y otros daban por hecho que esta era una estrategia para alargar una negociación en la que, in extremis, poder arrancar algo más de la dirección de AUZSA.

Las noticias se agolpaban durante una mañana frenética para el comité de empresa. Antes de finalizar la sesión matutina con el centenar de trabajadores que acudieron a la primera entrega, ya se conocía que la dirección de AUZSA se volvería a sentar a la mesa del SAMA. Al mismo tiempo que el consistorio citaba a los representantes sindicales a una reunión con los técnicos de Movilidad en el edificio de Casa Jiménez. La razón: analizar los nuevos cuadros de marchas que está elaborando el consistorio como prometió.

Pero en el ambiente quedaba la duda de lo que ocurriría horas después. Aunque la apuesta del comité, durante la asamblea, fue la de enfocar este nuevo escenario en una tregua más larga para no concederle ni un segundo de respiro al consistorio en el control de las mejoras a introducir en el servicio.

A las ocho de la tarde entraban en el SAMA ambas partes. Parecía que esta vez sí, que el final de la tregua podía serlo también del conflicto. Pero los recesos se acumulaban y, como otras veces, fueron sumando minutos y horas al reloj. Manteniendo un suspense que, al cierre de esta edición, aún no habían despejado. Solo parecía claro que habría referendo el miércoles y, por eso, ampliación de la tregua.