La fuerza del agua a la altura de Villafranca y el Burgo del Ebro provocó ayer el hundimiento de un tramo de la autopista autonómica, ARA-1, que cedió ante la fuerza de las aguas. Estas, destruyeron la escollera y el asfalto de la plataforma, en el punto kilométrico 2,500 de esta vía. El suceso ocurrió a las seis menos diez de la mañana, poco antes de que esta carretera --habitualmente poco transitada y en plena crisis por ser deficitaria-- acogiera su mayor punta de tráfico, en su mayor parte vehículos pesados que la emplean para desplazarse a las industrias de una y otra margen. No hubo víctimas ni percances, a pesar de que se sospecha por varias frenadas y restos de material, que un camión pudo percatarse de que el suelo cedía y aceleró para evitar la tragedia. Varios efectivos de la Unidad Militar de Emergencias se percataron del hundimiento y avisaron al centro de control. La autovía se abrió al tráfico en el 2008 y ayer nadie se explicaba cómo ha cedido al paso de las aguas, que acabó con la escollera. Los estudios técnicos aseguran que se había contemplado un episodio de avenidas como el de ayer en la construcción, así como el de la avenida histórica, aquella que puede suceder cada 500 años con caudales máximos de 5.000 metros cúbicos. En el momento del hundimiento, podía haber 2.300 metros cúbicos.

Este fue el suceso más espectacular vivido ayer en la ribera baja, totalmente anegada por las aguas, pero no el único. Fue una jornada tensa en Pina de Ebro, que desde las seis de la mañana y hasta las siete de la tarde estuvo en vilo ante la posibilidad de que tuvieran que ser desalojados sus 2.600 vecinos por peligro de inundación. En diversas reuniones, se evaluó el riesgo y se monitorizó el caudal y el estado de las motas. El puesto avanzado de control aglutinó a decenas de miembros de Cruz Roja, Protección Civil, Guardia Civil, Bomberos y Unidad Militar de Emergencias. Los vecinos se movieron entre la preocupación y la indignación, así como por las dudas que les suscitó el comportamiento de una avenida que para muchos fue más grave que la de 1961. A última hora de la tarde, la preocupación se trasladó a la localidad de Quinto.

Las motas aguantaron con un margen de 40 centímetros que no superó el agua. Influyó que en Fuentes de Ebro se rompió una que laminó la avenida, así como los trabajos en la carretera A-1107, que se cortó y se rompió para crear un canal que diera paso al caudal y evitar su llegada al pueblo. Las casas se protegieron con sacos terreros para frenar la entrada de la riada.