Se despidió José Ángel Biel de las Cortes de Aragón y de la vida política, en este San Jorge con sabor electoral. Primó en sus palabras el sentido institucional: la reivindicación de la autonomía de la comunidad, con su Justicia y su Cámara de Cuentas; la crítica a la corrupción; la autocrítica como representante público y la defensa del Parlamento, la transición y la Constitución.

Fue un discurso breve, sentido, sin concesiones a la autocomplacencia ni salidas de todo. Solo una licencia: el agradecimiento a su partido, el PAR, al que consideró "patrimonio histórico de Aragón". Biel en estado puro. Pero la esencia de su intervención estuvo dirigida al ámbito institucional. Pidió a los asistentes, en su mayoría políticos o cargos de diferentes administraciones, "autocrítica". "El comportamiento poco ético de una reducida minoría ha empañado la vocación y dedicación de miles de servidores públicos, a los que nos avergüenzan, todavía más, algunos comportamientos", subrayó. Dijo sentirse "orgulloso" de ser un servidor público que ha dedicado "muchas horas" al interés general de Aragón. "Las conductas de unos sinvergüenzas por un lado o de unos demagogos por otro, no me amedrantarán ni me hurtarán el orgullo", aseveró.

Pidió un Parlamento más abierto a los ciudadanos y abogó por "recuperar" la confianza para todas las instituciones aragonesas. Destacó el papel del Justicia, ayer premiado, y de la Cámara de Cuentas, tan vapuleada en los últimos meses. "Yerra quien pretenda establecer un debate sobre la rentabilidad del Justicia y la duplicidad con otras figuras nacionales". Es más, señaló que en tiempos de crisis los órganos de control son más necesarios que nunca.

Como lo son también las Cortes de Aragón. Dudar de su papel, dijo, es "como dudar de Aragón y de la capacidad de los aragoneses para gobernarse". Una aseveración que aprovechó para subrayar la importancia de la autonomía. "Nadie puede dudar de que Aragón, con autonomía, ha experimentado en las últimas cuatro décadas su mayor progreso económico, social y moral". Ahora, señaló, "se impone la transparencia, la rendición de cuentas y la implicación de la sociedad civil en la política".

El presidente de las Cortes insistió en la vigencia de los valores de la transición, plasmados en la Constitución, como la "tolerancia, el respeto, el acuerdo, el interés general y una Administración garante del estado del bienestar universal". En su opinión el marco de "desarrollo y convivencia" fraguado en ese periodo de la historia reciente de España no se puede cuestionar "porque no existe uno mejor".

Como no podía ser de otra forma realzó el valor del Estatuto de autonomía, que apostó por desarrollar con "generosidad". Insistió en la necesidad de trabajar en beneficio de la mayoría de los aragoneses. "No he dejado de amar a esta tierra y ni un solo día he dudado de la capacidad de los aragoneses para diseñar su futuro", terminó.