El Ayuntamiento de Zaragoza afrontará el 2018 como la antesala de unas elecciones municipales, en mayo del 2019, en las que todos parten con opciones de éxito. Las encuestas dan oportunidades a la derecha y a la izquierda del consistorio y nadie quiere desaprovechar la suya. Con una diferencia clave en la bancada progresista: Zaragoza en Común (ZeC) gobierna y lo hace gracias al PSOE y CHA. Un elemento que el ciudadano nunca olvida y puede pasarle a los tres un peaje excesivo. Por eso se plantea el año como una oportunidad de dibujar un final feliz, o más una salida airosa a una relación tormentosa que ya dura dos años y medio. Aprobar el presupuesto es una piedra angular para que el famoso «caos de la izquierda» que acuña el PP no les acabe devorando.

Se trata de poder vender algo al ciudadano, que no parezca que esta relación de la izquierda no ha dado ningún fruto. O, peor aún, que han antepuesto sus diferencias al interés general. Y en eso cobra especial relevancia lo tangible. Es fundamental que puedan empezar en marzo o abril las obras de remodelación del Mercado Central -buque insignia de la inversión en esta legislatura- y que el ciudadano las vea avanzar.

PSOE y CHA no pueden medir qué grado de responsabilidad les concede el votante a la hora de juzgar la gestión de Gobierno. Ellos han cuestionado enérgicamente su capacidad y este año la crítica no puede dejar de crecer. Porque un elemento siempre distorsionador del día a día municipal es siempre la proyección de los nuevos candidatos, los alcaldables de las próximas elecciones. Solo Jorge Azcón, en el PP, parece tener claro que él lo será, pese a que algunos todavía le dan opciones al nuevo líder provincial, Javier Campoy. Todos los demás deberán ser ratificados o sustituidos a lo largo del 2018.

Esta decisión afecta hasta al alcalde Pedro Santisteve, en cotas mínimas de credibilidad para la oposición pero con ganas de seguir si el partido quiere. En el nuevo ZeC, ya con Podemos dentro de forma oficial y con permiso de IU, que aparte de sostener económicamente a las siglas también deberá decidir entre el actual alcalde o una alternativa, la suya, Alberto Cubero. Y no será por ganas de este de serlo.

En el caso de Ciudadanos (C’s) y Chunta, todo apunta a la continuidad de Sara Fernández y Carmelo Asensio, respectivamente. La primera porque ha demostrado ser mejor opción para liderar un grupo que su compañera Elena Martínez, relegada tras su campaña del 2015, marcada por su apoyo al spinning. El nacionalista, porque ha hecho olvidar a su antecesor con menos mimbres incluso (tiene un edil menos).

El socialista Carlos Pérez Anadón sí parece que competirá con un candidato externo. Ninguno de los nombres que suenan para relevarle está en su equipo, y los debates en el salón de plenos se verán eclipsados por una cara nueva que potenciar. Y eso se logra haciendo pressing en el día a día, para salir al contraataque a pie de calle. La coordinación es clave en un partido que sigue cosiendo sus propias heridas.

Y entre tanto la ciudad avanzará. Por la propia inercia de una nave que ha demostrado que puede navegar sin timón y a prueba de bandazos. Los que ha dado un Gobierno de ZeC que por fin se sabe en minoría y que ha constatado que solo conseguirá objetivos si se desprende de sus prejuicios. El consenso alcanzado con la reconversión de los depósitos de Pignatelli -a base de permitir más de 100 pisos que lo paguen- es un claro ejemplo, pero aún le quedan retos por alcanzar.

La municipalización de algún servicio (el 010 o el mantenimiento de los parques son los más urgentes) sigue siendo una quimera, tanto o más que transformar Pontoneros en viviendas. Al menos los presupuestos participativos han pasado la brecha de un criticado primer año y la ley de capitalidad permitirá sacar pecho en el 2019. Gracias en parte a una relación con el Gobierno aragonés que ya solo puede ir a peor: con miles de recibos del ICA ya circulando por Zaragoza y una deuda por el tranvía que ha puesto rumbo a la justicia ordinaria.

Los aliados serán menos pero no tan necesarios, porque se verá en obras, por fin, la reforma de la avenida Cataluña y quizá la prolongación de Tenor Fleta. Porque la ampliación del Bizi se da por imposible. Y porque ZeC sabe que en precampaña, como en el amor y en la guerra, todo vale.