La historia recordará a David Cameron como el primer ministro británico que se jugó la suerte de su país en un referéndum y perdió. Que convocó la consulta que nadie le exigía y provocó una crisis política y económica de dimensiones colosales. El político conservador que sacó al Reino Unido de la Unión Europea (UE) y con eso, alentó la eurofobia en el continente.

Apenas un par de horas después de confirmarse el rotundo triunfo del brexit, Cameron, ante la puerta de la residencia oficial del 10 de Downing Street, acompañado por su esposa, Samantha, comunicó a la nación su intención de dejar el cargo en octubre. A principios de ese mes -entre el 3 y el 5 en Birmingham- se celebrará la conferencia del anual del Partido Conservador, donde tendrá lugar la presentación del nuevo líder que salga elegido.

«Ya que los británicos han tomado la clara decisión de emprender un camino distinto, creo que el país requiere un nuevo liderazgo para ir en esa dirección», declaró ante las cámaras que retrasmitían en directo su alocución. «Voy a hacer todo lo posible como primer ministro para mantener la estabilidad del navío en las próximas semanas y meses», prometió, tratando de tranquilizar a un país que veía bajar la libra esterlina en picado y zozobrar los bancos. «Pero no creo que sea lo adecuado por mi parte ser el capitán que dirige el navío de nuestro país a su próximo destino», añadió, sabiendo que su situación era insostenible. Después partió al palacio de Buckingham a informar a la reina.

Cameron se marcha dejando la política británica hecha trizas. La convocatoria del referéndum para zanjar las rivalidades internas entre eurófobos y partidarios de seguir en la UE dentro del Partido Conservador no ha tenido el final que esperaba. El tirón del nacionalismo y el populismo, con aires de rebelión contra el establishment político, se ha impuesto por encima de los razonamientos económicos y las advertencias de una posible recesión. Los conservadores se han enfrentado entre ellos a muerte durante la campaña. El ala más derechista y ultraliberal ha vencido y se encamina a tomar el mando.

JOHNSON, EL FAVORITO / Boris Johnson, el gran triunfador del referéndum, el rostro más reconocible del campo del Leave, es ahora el favorito para reemplazar a Cameron. «Podemos encontrar nuestra voz en el mundo de nuevo, una voz adecuada con la quinta economía en la tierra», declaró en la primera comparecencia tras el triunfo del brexit, en la que no quiso hablar de su futuro.

Las próximas semanas estarán dominadas por la elección del nuevo jefe de los tories. El exalcalde de Londres, indisputable favorito, volverá a estar en campaña. El jefe de los conservadores, como partido más votado en las elecciones del pasado año, se convertiría en primer ministro sin pasar por unas elecciones, aunque no se descartan comicios anticipados antes de fin de año. Unas elecciones para las que ni laboristas ni los liberaldemócratas tienen dinero con qué financiarlas. Será misión del nuevo jefe de Gobierno entablar las negociaciones con la UE, reclamando el artículo 50 del Tratado de Lisboa, que da al Reino Unido un plazo máximo de dos años, desde el momento que lo solicite.

La oposición laborista también tampoco queda indemne. Buena parte de sus militantes han votado por el ‘brexit’ desoyendo a su líder, Jeremy Corbyn, y a la cúpula del partido. Es muy posible que no vuelven a recuperar esos electores en las próximas elecciones generales. De acuerdo con Corbyn, las comunidades pobres, «que estaban hartas» con los recortes y se sienten «marginadas por sucesivos gobiernos», han optado por la salida.

«Tenemos claramente algunos días muy difíciles por delante», afirmó. «Habrá consecuencias en el empleo», añadió. Pero él mismo fue muy criticado por la falta de entusiasmo durante la campaña, en la que participó poco y con desgana. Ahora hay en curso una moción de confianza contra su liderazgo. Por primera vez en la historia británica, conservadores y laboristas podrían tener elecciones para elegir líder al mismo tiempo. Un ejemplo de de la caótica situación. H