Si el domingo fueron los zaragozanos quienes disfrutaron con el espectáculo de clausura en las riberas del río, ayer fue el momento de quienes tuvieron que bajar la persiana de la Expo el domingo. O lo que es lo mismo: vigilar los accesos al recinto, atender en las taquillas, informar a los últimos visitantes o bien realizar cualquiera que fuera su cometido en la muestra. Cerca de 15.000 personas --entre trabajadores y voluntarios-- que han intervenido en este evento acudieron ayer a la fiesta organizada para ellos por Expoagua, que transcurrió en una zona acotada en el interior del recinto.

Antes de empezar, los invitados ya formaban una larguísima fila para acceder a la plaza Expo 2008. Nada de pantalones azules, ni gorras ni zapatos náuticos. Camisas, tacones y, sobre todo, ropa de abrigo, porque el viento sopló con fuerza anoche. La plaza Expo 2008 también ofrecía un aspecto muy distinto al de las últimas semanas: barras de bar, grandes paelleras y una parrilla de veinticinco metros cuadrados esperaban para agasajar a los trabajadores con 7.000 raciones de paella, otras tantas de fideuá y más de mil kilos de longaniza de Graus.

La celebración era también una despedida, sobre todo para quienes regresarán en los próximos días a sus países de origen y dejarán atrás una experiencia inolvidable y también muchos amigos. "El miércoles nos vamos de regreso a Polonia y estoy contenta pero también algo triste", decía María Mrowinska, que ha trabajado como azafata en el pabellón de su país. Anhela volver a encontrarse con su familia y amigos, pero reconoce que estar en la Expo ha sido una experiencia "muy buena", que le ha permitido "hacer muchas amistades" y disfrutar de incontables fiestas.

Tan contentos están algunos de su participación en este acontecimiento que ya piensan en poder repetir, aunque haya que viajar hasta Italia. "A Milán nos vamos seguro", comentaron María Jesús y Nora, dos voluntarias muy contentas por haber participado en este acontecimiento único, "una experiencia muy positiva", aunque "cansada", por eso aseguraban ayer que la fiesta era "muy merecida".

A sus 65 años, Vicente Santafé, no quiso ayer perderse esta ocasión para reencontrar a sus compañeros de fatigas en la Expo. Fue uno de los pocos que aún vestía la chaqueta de voluntario. "Voluntario y de los buenos", se presentaba orgulloso este zaragozano, decidido a disfrutar de una fiesta "extraordinaria".

Y así lo hicieron tanto los trabajadores como los 5.000 voluntarios que han colaborado con la Exposición, pero también algunos de los principales responsables de la sociedad gestora, que se concedieron un respiro. La presencia del presidente del Gobierno aragonés, Marcelino Iglesias, que llegó acompañado por el delegado del Gobierno en Aragón, Javier Fernández, y por el presidente de la sociedad Expoagua, Roque Gistau, causó cierto revuelo entre los invitados. Muchos trabajadores se acercaron para hablar y fotografiarse junto a ellos. También el alcalde, Juan Alberto Belloch, asistió a la fiesta con la que Expoagua quiso agradecer el esfuerzo de todos para hacer de la muestra un éxito.