A pesar de que el cielo estuvo cubierto durante casi todo el día, la lluvia respetó ayer la fiesta de la Cincomarzada y aunque en algunos momentos chispeó un poco, los zaragozanos se volcaron en la celebración. «Si llueve a recoger y para casa o a correr», decía Vicente mientras daba vuelta con una gran cuchara de madera a la longaniza en una enorme sartén.

Este cocinero improvisado de la peña Pa Cuito, estuvo desde las nueve de la mañana en su puesto, «primero para dar de almorzar a los peñistas» y luego para atender la demanda de los que visitaban el puesto al mediodía. «Debe haber más de 120 kilos de carne entre, chorizo, morcilla, panceta y longaniza, que es lo que más pide la gente».

Pasear por el parque entre la multitud es un deleite para los sentidos y se abre el apetito. Los aromas de los productos locales, tortillas, vinagrillos, se unen otros que llegan desde más lejos, como Turquía, Ecuador o Perú. Hay también stands de colectivos sociales. O intercambio de libros. En total 115 puestos. La música de las charangas y los altavoces invaden el ambiente. Alegría. Bailes y risas.

Algunos es la primera vez que vienen. Como Fernando y Julia que han salido a dar un paseo y han caído en la tentación de comerse unas migas. «Otros años aprovechábamos para salir de viaje» dice Fernando mientras saborea el plato típico aragonés.

Comer y beber. En algunos casos, más lo segundo que lo primero. Vasos de plástico de un litro llenos de cerveza van de aquí para allá. Como el que lleva Alejandra, de la peña El Almuerzo que junto a Carlos, de Los Topos, van a pasar aquí todo el día. «Por cinco euros tengo incluida la comida y el almuerzo», dice Ana. Carlos apunta que los grandes vasos de cerveza, «son para compartir».

La mayoría de los puestos ofrecen precios muy asequibles. Al fin y al cabo es una fiesta popular. Enrique acaba de comprar por nueve euros dos bocadillos y dos cervezas, que serán para él y su amigo la comida de hoy.

Los peques, que también tienen su espacio, disfrutan del cuentacuentos pero sobre todo se lo pasan en grande con los cabezudos y las charangas. «Es un día familiar y disfrutamos todos», afirma Maria Eugenia que está con su marido y su hija.

Ya casi al anochecer, volvieron a caer algunas gotas. Nada que interrumpiese la fiesta.