No ha hecho falta que lloviera para que ayer luciera el arcoiris en muchas calles aragonesas. Era 28-J el día señalado en la agenda del colectivo LGTBQI para salir a la calle y reivindicar sus derechos. Algunos los han conquistado, como es el caso de las bodas entre personas del mismo sexo, pero otros, como la dignidad para los transexuales o la reproducción asistida a lesbianas, siguen siendo un obstáculo en la igualdad entre los españoles.

Unas tareas pendientes que apuntaron ayer en sus agendas políticos como el exdiputado nacional de CHA, Chesús Yuste; la diputada de IU, Patricia Luquin; la concejala del PSOE, Marta Aparicio, y el equipo de gobierno del Ayuntamiento de Zaragoza liderado por la vicealcaldesa Luisa Broto. Todos ellos reconocieron que "queda mucho por hacer" y que la batalla ahora debe centrarse en la educación.

Recuerdo a Zerolo

No solo el arcoiris estuvo presente en las calles de la capital aragonesa, sino también el recuerdo al recientemente fallecido Pedro Zerolo, quien "no ha podido celebrar el décimo aniversario de este importante progreso que ensalza la imagen de España frente a países como EEUU que han tardado más tiempo en hacer realidad esta igualdad", apuntó Rafael Velasco, que iba acompañado con su novia.

Y es que el 2005 marcó un antes y un después en los derechos LGTBQI gracias a la aprobación del derecho al matrimonio homosexual. Lo recuerda muy bien uno de los activistas más conocidos en Aragón, Pepe Paz, del colectivo Towanda, y que un 17 de septiembre de ese año contraía matrimonio con José Luis Cabrero. Quiso que fuera una boda "sonada" y eso tiene una explicación: "Animar a que todo el que lo sienta haga suyo un derecho que antes no teníamos". "También pretendía ponérselo difícil al Tribunal Constitucional si después de tener un reconocimiento luego me lo iba a quitar", recalca.

Admite que no ha cambiado su vida por contraer matrimonio con su esposo, aunque reconoce que "hay cuestiones que pueden ser normales entre los heterosexuales como el poder hacer la declaración de la renta con tu pareja que no es baladí".

Mónica Agüero también recuerda el día que se casó con su mujer, en el 2008 en Barcelona. No fue una ceremonia romántica, tal y como señala, sino que, en realidad, el objetivo de la misma era "conseguir que nuestra hija fuera nuestra no solo por sentimiento". Había sido adoptada por su pareja y ella quería tener derechos legales con respecto a ella. "Nuestra hija estaba totalmente desprotegida, por ejemplo, si mi mujer se ponía enferma y eso no se puede consentir", destaca.

Agüero anima a otras mujeres a hacerlo y a ganar en visibilidad porque existe, de manera menor, la idea de que "la sexualidad en la mujer solo tiene una función reproductiva y que no existe la figura del placer como sí se reconoce en el caso masculino".