Ayer no fue un día más en Épila, María de Huerva, Urrea de Gaén y Jaca. Los municipios relacionados con los fallecidos aragoneses que viajaban en el avión siniestrado cuando se desplazaban de Barcelona a Düsseldorf se mostraron consternados por el fatal suceso. La noticia cayó como un jarro de agua fría sobre los vecinos, muchos de ellos allegados a las víctimas.

Ayer, la nave número 66 del polígono industrial El Plano, en María de Huerva, lucía un cartel de cerrado que podría ser permanente. Se trata del lugar donde los hermanos Eusebio y Vicente Segundo Martín, dos de las cinco víctimas, tenían su taller de maquinaria para madera.

"Eran muy trabajadores, siempre estaban con iniciativas para buscarse la vida", explicó Fadi Saad, que tiene un negocio en la nave contigua a la de los Segundo Martín.

"Los hermanos se dedicaban a comprar máquinas ya usadas, las reparaban y las volvían a vender o a exportar en perfecto estado", agregó este pequeño industrial, que señaló que los fallecidos daban empleo a otros cuatro trabajadores.

"Yo aún no acabo de creer lo que ha pasado", manifestó Saad, visiblemente afectado. "El lunes vi aparcado fuera el coche de Vicente", agregó. Los hermanos tenían previsto volver el mismo martes a casa, en un vuelo a las 11 de la noche.

En la localidad natal de los hermanos Segundo, Urrea de Gaén, el teléfono del alcalde, Ángel Daniel Tomás, no paró de sonar en todo el día. "Poco más podemos hacer ante algo así", dijo, tras ampliar los tres días de luto oficiales en el municipio a cinco. Los vecinos del pueblo se encontraban traumatizados. Y es que los hermanos estaban muy integrados en el pueblo ya que viajaban ocasionalmente a Urrea y no se perdían ninguno de los actos festivos que se organizaban allí. Muchos de los allegados no podían creerse el suceso. "Nadie se espera algo así", afirmó.

En Valbona, otro municipio turolense, se recordaba también a la profesora Pilar Vicente Sebastián, hija de un matrimonio de la localidad que emigró a Valencia y que hasta la muerte de sus padres era asidua del municipio.

La incredulidad sobre la muerte en accidente de Eduardo Ruiz se adueñó ayer de las 79 personas que trabajan en la fábrica de envases farmacéuticos y cosméticos Gerresheimer, en Épila.

Los operarios de esta planta que dirigía el fallecido, de 41 años, guardaron un minuto de silencio a media mañana y a ellos se unió el alcalde de la localidad, así como otros miembros del consistorio. "Es una grandísima pérdida. Eduardo tenía un brillante porvenir por delante", subrayó Beatriz Gracia, jefa de personal de la empresa.

La conmoción por la noticia también llegó a Jaca, que también guardará cinco días de luto. Nadie podía creerse que Marina Bandrés y su bebé de siete meses, Julián, habían perdido la vida en ese vuelo. Pertenecía a una familia muy conocida de la localidad y eso se notó en las conversaciones en bares y comercios.

En Ejea también hubo consternación por la muerte de Enric Guiot, director comercial de la empresa GC&Wepa, ubicada en la localidad cincovillesa.