Antonio Baños, el candidato de la CUP, aireó ayer su estado de ánimo en las redes sociales a través de canciones de rock. Colgó Es el fin del mundo tal y como lo conocemos, de R.E.M, antes de ir a votar. Y Adiós, papá, de los Ronaldos, dedicado al Estado español, al conocer el resultado de los primeros sondeos. Pero en realidad fue música celestial lo que pareció escuchar al constatarse su sonoro aumento y su voz relevante en el nuevo marco parlamentario.

La CUP (partido independentista y anticapitalista) pasa de tres a diez escaños y eso es como el guitarrista de la banda de rock: sin él no hay disco, no al menos como quiere que suene el elector independentista. El aumento de apoyos obtenido es considerable. De los 126.000 votos del 2012 a los 330.00 aproximadamente. Sus 10 parlamentarios son imprescindibles para cruzar la frontera de los 68. Mucho habrá que dialogar.

Antonio Baños no perdió el hilo de lo que todo el mundo entiende que estaba ayer en juego. "Es la noche en que todo comienza. Este proceso ya no lo puede parar nadie. No somos el freno, sino el acelerador", proclamó segundos después de levantar el puño ante los suyos. Su discurso siguió siendo revolucionario. Sin paños calientes. "La legalidad española debe ser desobedecida a partir de mañana mismo. Ya no nos mandan; solo nos mandamos nosotros. Hoy extendemos definitivamente el certificado de defunción a la transición borbónica. Hoy ha terminado el autonomismo. Hoy inauguramos la República catalana. Empezamos una revolución".

Relevante resultó sobre quién se convertirá en el nuevo presidente de la Generalitat lo que dijo Anna Gabriel, la número dos del partido. "El proyecto independentista sigue adelante. Todos somos necesarios y nadie es imprescindible. El señor Mas no es imprescindible".