Fueron dardos envenenados lanzados hacia el sistema universitario en general, pero que sectores de la Universidad de Zaragoza y del propio rectorado entendieron como una cuestión personal. El discurso pronunciado ayer por Luisa Fernanda Rudi para dar la bienvenida al nuevo curso académico estuvo cargado de acidez y crítica.

Eso sí, primero el jabón. Rudi comenzó su intervención ensalzando a la institución, "uno de los más grandes patrimonios de Aragón" y "única por su historia, por la calidad de su magisterio y de su investigación". De hecho, la presidenta afirmó que la comunidad universitaria tiene en el Gobierno aragonés "un aliado fiable" y apostó por el "diálogo y el contacto fluido" con la universidad.

Pero, una vez allanado el camino y ante la atenta mirada del rector, el semblante de Rudi se volvió más serio para aparcar el elogio y recurrir a la crítica. Pidió la presidenta a la Universidad --en general-- "una adaptación drástica a un contexto que evoluciona a una gran velocidad y que amenaza con sobrepasar a quienes tarden en comprender los signos de los tiempos". Porque, para ella, los "males" de la universidad española van más allá de los presupuestarios. "Nos engañaríamos si los redujéramos a eso", dijo.

En ese sentido, advirtió la "falta de capacidad de nuestro sistema universitario para competir entre los mejores del mundo", un problema "insoslayable, crónico y anterior a la crisis" y pidió mejoras en aspectos como la internacionalización.

Ante esos problemas, la presidenta abogó por un enfoque que incluya comprender que "son los países los que dan forma a las universidades" y no viceversa. Así, censuró la otra vía, que consiste en "demandar una protección especial del actual statu quo que permita a la Universidad mantenerse aislada de lo que ocurre en el conjunto de la sociedad y del mundo" y que "quisiera que en el campus no entrara la crisis y que busca para ello la comprensión de las instituciones políticas"

El último dardo también hizo daño. Rudi opinó que la institución "debe encontrar su camino mediante una gobernanza razonable, alejada de banderías y con una justa participación de los estamentos que la integran, además de con el fortalecimiento de su presencia social e internacional, no mediante su capacidad de influencia política local".

Para concluir, Rudi rescató la sonrisa para insistir en la adaptación "a los cambios que se nos exigen". Esta vez, utilizó el plural porque "ambas instituciones servimos a la sociedad, no a nosotros mismos", destacó.