Con el cese de los responsables del Salud y del hospital Miguel Servet, la presidenta Rudi emite una reacción insuficiente a la crisis del déficit. El problema no radica en la ausencia de control del consejero de Hacienda, José Luis Saz, sino en la indisciplina económica de los departamentos que consumen gran parte del presupuesto autonómico. De este modo, no puede descartarse que se produzcan también destituciones en otras áreas, como Educación, que también han contribuido al aumento del gasto. Los nervios en el equipo de Dolores Serrat están a flor de piel. Ahora bien, Rudi debería reconocer que los problemas del Gobierno son más profundos, y, como tal, necesitan otras respuestas. Hay consejeros con síntomas de desfallecimiento por falta de pulso político, y no solo por los excesos o las supuestas alegrías de los gestores intermedios. Las fórmulas de ahorro y racionalización de la cartera de Sanidad han servido de poco porque la planificación del consejero Ricardo Oliván ha fracasado. Es difícil encontrar un interlocutor informado que defienda su gestión errática, y no solo por sus formas, manifiestamente mejorables, sino por la irrelevancia de sus logros. Las cabezas de turco servidas ayer no ocultan la realidad de un departamento con rumbo incierto que, además, descuadra las cuentas públicas .