Paul Stephan Allegrini, director de International Leisure Development (ILD) y uno de los grandes animadores del proyecto Gran Scala, ya formó parte entre el 2003 y el 2005 de un complicado montaje destinado a poner en marcha desde Barcelona un fabuloso casino virtual a través de Internet. El invento tuvo su epicentro en la empresa Goldenpot Management Services SL, creada en la Ciudad Condal, pero acabó en ruina antes de llegar a funcionar. Sus responsables desaparecieron dejando tras de sí un largo rosario de acreedores burlados y deudas sin pagar. El rastro se pierde en una maraña de empresas superpuestas. Allí estaba también otro destacado impulsor de la gigantesca ciudad del ocio en Los Monegros. Se trata de Christian Colus, que fue entonces jefe de operaciones de Goldenpot y hoy aparece como uno de los cerebros de Gran Scala.

EL ORIGEN DEL FIASCO

Era un proyecto ambicioso: organizar y explotar el juego en Internet mediante una atractiva oferta que movería decenas y a un ciento de millones de euros. El casino virtual iba a extender sus actividades por el mundo mediante delegaciones en países poco sometidos al control de sus respectivos estados (Serbia, Senegal, República Dominicana o Bolivia). Goldenpot, la sociedad que daba la cara, fue constituida en Barcelona el 25 de noviembre del 2003; por supuesto se montó con el capital mínimo, 3.006 euros. Su administrador único era José Belmonte Asensio, pero tras él actuaba una red más extensa. En el verano del 2004, Goldenpot quedó bajo control de un sólo socio-propietario: la empresa luxemburguesa 5 C Systems Soparfi (Soparfi es la denominación genérica de las Sociedades de Participación Financiera, tipo holding, constituidas al amparo de la legislación específica de Luxemburgo).

En otoño de ese mismo año (2004) 5 C Systems llevó a cabo una asamblea general, de la que dio fe el notario luxemburgués Jean Seckler. En este acto, Allegrini fue nombrado secretario general de la sociedad y se constituyó un nuevo consejo en el que, ¡oh sorpresa!, aparece BM Parts, la misma marca con la que el citado Allegrini ha logrado ahora convertirse en el principal accionista de la promotora de Gran Scala.

DE LA GLORIA A LA RUINA

Goldenpot fue una aventura singular. Llena de grandes promesas (se realizaron estudios que predecían mover 27 millones de euros al quinto año de operatividad... ¡en Bolivia!). Sin embargo, la central de Barcelona pronto fue objeto de sucesivos procesos por impago. Sus lujosas instalaciones en el World Trade Center de la capital catalana fueron embargadas ya en el verano del 2005. Los acreedores poco más sacaron que los muebles y el material de oficina. El local, por supuesto, era alquilado. Goldenpot era absolutamente insolvente. Según la última información registral sobre esta fantasmal compañía, sólo la Agencia Tributaria, la Seguridad Social y los Juzgados de lo social le reclaman importantes cantidades. Es preciso suponer que quienes invirtieron en este negocio presuntamente fabuloso se dejaron en él varios millones de euros.

Goldenpot, la quimera del oro, sí que ha operado al fin en un sólo país del mundo: Bolivia. Su rastro se pierde allí, entre las quejas de jugadores que creyeron haber ganado un sustancioso premio a través de la Red pero no encuentran dónde cobrarlo. En ciudad de Santa Cruz de la Sierra, los damnificados aseguran que les deben medio millón de dólares.

La duda que emerge a la vista de estos datos que ponen en tela de juicio la solvencia de importantes agentes de la promotora de Gran Scala, es si el proyecto de la gran ciudad del ocio no es sino la versión tenciada de la llevada a cabo desde Barcelona hace tan sólo unos años. El complejo escenario empresarial que se ha organizado en torno a ILD indica que no todo está claro en ese asunto. Las incógnitas por despejar son numerosas. Una de ellas resulta especialmente sugerente. ¿Quien está detrás de Darlen Ltd, otra extraña sociedad (creada y radicada en Chipre) que posee asimismo un importante paquete de acciones de ILD? Algunas fuentes relacionan a la citada empresa chipriota con un personaje casi mítico que ha elevado el cobro de comisiones y el lobbing a categoría de arte; un viejo corsario del Mediterráneo que ha estado físicamente en la mayoría de los grandes escándalos políticos y financieros vividos en Europa en los últimos decenios.

Un asunto oscuro... e incierto.