A la espera de que la punta de la crecida entre por Zaragoza mañana por la mañana, el Ebro ya está haciendo de las suyas y generando los primeros daños en los alrededores de la capital, donde alcanzó los 4,89 metros de altura. El consistorio prohibió ayer el acceso al Parque del Agua -que comenzó a inundarse- y a las riberas por precaución y suspendió todas las actividades previstas junto al Ebro, como el rastro, la maratón de mañana o el espectáculo The Hole.

Los vecinos de los barrios rurales de Monzalbarba y Alfocea preparaban ayer por la mañana sus casas a contrarreloj para enfrentarse a la avenida. También los propietarios de las nave colocaban tierra. Era cuestión de horas que el río se dejara notar en sus alrededores. Y así fue.

Carlos, vive en Monzalbarba, junto a la residencia de mayores que fue desalojada ayer por la mañana, y a unos 2 kilómetros del cauce, escarmentado por las consecuencias de la avenida del 2015, optó por defender con una pequeña mota, que pagó de su bolsillo, su casa. Mientras las máquinas rodeaban de tierra el chalet, en su interior vaciaban la planta baja y elevaban muebles y electrodomésticos. A las 16.30 horas la defensa estaba perfecta y la casa prácticamente vacía, pero, cuando el sol todavía se dejaba notar, el Ebro, caprichoso, alcanzó su casa llevándose por delante parte de su barrera. «Esta va a ser peor que la del 2015», repetía.

El Alfocea, la Guardia Civil se pasó la tarde patrullando todos los caminos de la zona baja de este barrio rural para comprobar que no quedaba nadie en sus casas. Como era de esperar, la carretera de acceso se cortó a última hora de la tarde, después de que el agua la rebasara. Por la mañana se había dado la orden de desalojo.

Cualquier cosa servía para elevar colchones, electrodomésticos y enseres. José Luis García comenzó a retirar sus muebles por la mañana, alertado por las noticias, aunque no fue hasta las 14.00 horas cuando la Guardia Civil le dio la orden de abandonarla.

Bajo el puente que une Monzalbarba con Alfocea se juntaban varios vecinos después de comer, donde hay colocado en un lateral de la ribera un medidor casero y del que se fían más que de cualquier experto. Según decían, si el agua no rebasa su altura no hay de qué asustarse y acabó haciéndolo hasta el punto de que se cortó el acceso.

Sobre las 20.00 horas, la carretera de acceso al barrio rural desapareció bajo el agua. En colaboración con la Delegación del Gobierno y el Ministerio de Defensa, están trabajando para habilitar un mecanismo de transporte a través de los caminos del campo de maniobras de San Gregorio.

Mientras que en los barrios rurales se apreciaba el nerviosismo propio de saber que el Ebro entrará por sus casas sin llamar, en la capital se respiraba tranquilidad y los curiosos se acercaban hasta los puentes para fotografiar otra riada histórica. Se prevé que la punta despierte Zaragoza mañana.

Desde el consistorio recomiendan que se saquen los coches de los garajes de los barrios de Vadorrey, Almozara y Actur y ya se han instalado las primeras bombas en subterráneos, como el de la plaza del Pilar.