Nunca se había apelado tanto al diálogo entre Cataluña y España y seguramente nunca había habido tan poco como ahora. Y eso que Mariano Rajoy abrió la campaña que le llevó a la Moncloa en Castelldefels, un gesto que pretendía simbolizar la importancia que el Partido Popular da a esta comunidad. Para entonces, el Gobierno de Artur Mas ya estaba aplicando la primera tanda de recortes.

Así que la primera vez que ambos se vieron en la Moncloa, en febrero del 2012, empezaron hablando de reformas para luchar contra la crisis. El presidente de la Generalitat incluso se ofreció para colaborar en el diseño de políticas de austeridad.

Fue también en esa primera cita cuando ya sondeó a Rajoy sobre la posibilidad de negociar un pacto fiscal para Cataluña. Dos meses después, en secreto, volvieron a reunirse. Y Mas le insistió. Como lo hizo en septiembre, tras la marea de banderas independentistas que colapsó Barcelona. Esta vez el encuentro de la Moncloa, ya con cámaras, marcó la inflexión de las relaciones entre ambos y solo el tiempo dirá si fueron dos horas que cambiaron la historia de España. El nonato pacto fiscal quedó enterrado tras negarlo tres veces Rajoy y Mas decidió emprender un nuevo camino, pasando por unas elecciones anticipadas, cuya estación final sigue siendo una incógnita.