Renovarse o aguantar el chaparrón, buscar nuevos productos que entren mejor por los ojos o confiar en la apuesta segura que les ha servido para mantenerse en pie durante décadas, ser fieles a los souvenirs de toda la vida o reinventarlos para aportarles un valor añadido que rompa con lo que habitualmente un visitante se encuentra cuando entra en una tienda de regalos de la ciudad, cerca de la plaza del Pilar.

Este es el dilema en el que se encuentran casi todas las tiendas de recuerdos del centro de Zaragoza, afectadas por una disminución en el gasto medio por cliente que se ha reducido en más de un tercio en apenas tres años, pasando de los 10 euros que se dejaban antes a los 5 o 6 que desembolsan ahora, por una subida de impuestos en ese mismo periodo de un 5% (la última, del 3%, hace solo un mes) y la necesidad de congelar los precios --llevan dos años así-- para no perder clientes.

"Más barato de lo que se está vendiendo no se puede, porque ya está muy ajustado al precio de coste y deja márgenes de beneficio muy cortos. Al cliente le cuesta igual ahora siendo el IVA del 21% que hace tres años, cuando era del 16%", comentaba a este diario Benjamín Vélez, responsable de la tienda Regalos El Maño, en la calle Alfonso, a pocos metros de la plaza del Pilar.

Competencia interna

Este establecimiento abrió sus puertas ahí en 1978 (aunque la empresa funciona desde 1962). Sus dueños lamentan la situación a la que se ha llegado en los últimos años en uno de los pocos gremios que puede afirmar, como Benjamín, que "no nos afectan las grandes superficies comerciales porque no competimos con ellas", ni la polémica de los horarios porque "ya abrimos domingos y festivos". Aún así, se ven abocados a que mejore la capacidad de consumo de unos turistas que es mayoritariamente nacional. "La mayoría de los que vienen son rusos, chinos o de países del Este, que no tienen vocación religiosa, por lo que nadie va a venir a comprar una figura de la Virgen del Pilar. Nosotros vivimos del turismo nacional", explica. Y lo que mejor funciona es la alimentación, con "las frutas de Aragón, los adoquines o el chocolate".

Frente a este modelo se encuentra, a pocos metros de allí, ya en la plaza del Pilar, uno distinto: Basilicos. Es también de recuerdos pero con productos novedosos, creativos y que rompen con el prototipo de souvenir tradicional made in Zaragoza. En su interior se pueden encontrar desde lápices USB con la forma de la Virgen, o fabricadas en látex como de juguete, a Basílicas coloristas o peluches de ternasco. Otra forma de vender Zaragoza y Aragón.

"Es una enorme responsabilidad estar en la plaza del Pilar siendo Zaragoza una ciudad de paso, porque es la imagen que se lleva el turista, que está poco tiempo, y pensamos que esta debe ser la de una capital abierta a las nuevas tecnologías, al diseño, y más cosmopolita", explica la dueña de Basilicos, Blanca Marín.

Ella vende "símbolos de siempre presentados de otra manera", porque "una figura de la Virgen es un producto que la gente de aquí no compraría pero siendo un pendrive sí se animan a adquirirlo". Se han dado cuenta que es un nicho de mercado inexplorado. "Vendemos souvenirs para la gente de Zaragoza", afirma. Quizá sea la solución.