La furiosa crecida del Ésera ha dejado en el aire las perspectivas de la campaña turística de este verano en la Ribagorza oscense: el río destrozó el cámping de Castejón de Sos y su piscina municipal, causó daños en el Aneto (Benasque), arrasó el campo de gof de Eriste, se llevó por delante zonas verdes, asoló áreas urbanizadas de varios pueblos, arrancó cientos de metros de muros de contención y escolleras, tiró parcialmente puentes y por completo alguna pasarela, inundó transformadores de electricidad, incomunicó Cerler y los Llanos del Hospital y dejó a la capital del valle sin suministro de agua de boca al arrancar los cuatro kilómetros de tuberías que nacían en la potabilizadora de La Ruda.

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COORDINACIÓN Representantes de varias administraciones --entre otros la presidenta de la DGA, Luisa Fernanda Rudi, y el de la Diputación Provincial de Huesca, Antonio Cosculluela-- se desplazaron ayer a la zona para conocer los efectos de la riada. Ambos destacaron la gravedad de los daños causados por la crecida, especialmente en Benasque y Castejón de Sos, y abogaron por agilizar la actuación de las administraciones --"la prioridad son las personas desalojadas y el restablecimiento de los servicios básicos y comunicaciones", dijo la conservadora-- para tratar de repararlos y que la zona recupere la normalidad.

A las cinco de esta tarde, el Ayuntamiento de Benasque acogerá una reunión de coordinación de representantes de la DGA, la DPH, la Subdelegación del Gobierno, los ayuntamientos y la Comarca de la Ribagorza para "coordinar el plan de trabajo y las medidas de recuperación del valle del Ésera", informó el Gobierno de Aragón.

Los efectos de la crecida comenzaban a hacerse visibles ayer en todo el valle. El Ésera, que no alcanzaba registros como los del martes --310 metros cúbicos por segundo en Eriste-- desde finales de los años 90, se labró un nuevo curso en algunas zonas, caso del área norte de Benasque, en la que se ubicaba la Casa de los Cazadores, donde mordió más de 80 metros de ladera.

También se llevó por delante unos 200 metros de la carretera que lleva a la estación y el pueblo de Cerler, que quedaron incomunicados. Rudi explicó que barajan dos soluciones: que los Pontoneros instalen un nuevo paso o acondicionar una pista forestal para que pueda soportar el tráfico. Esta segunda opción fue aplicada a última hora de la tarde de ayer en Anciles.

Buena parte de los vecinos de Benasque, donde el suministro eléctrico quedo normalizado a última hora de la tarde, pudieron ayer ocupar de nuevo sus viviendas conforme los técnicos municipales certificaban que las estructuras de los edificios no habían sufrido daños. No obstante, las inspecciones continuarán en los próximos días, por lo que algunos seguirán alojados con familiares y amigos. La preocupación se centraba en las casas cercanas al cauce, muchas de las cuales resultaron inundadas.

AISLADOS En los Llanos del Hospital permanecían aislados al cierre de esta edición quince turistas y ocho empleados que, según las previsiones de la DGA, deberán seguir allí hasta que, en torno al fin de semana, quede restablecido el tráfico rodado. Tres trabajadores del refugio de La Renclusa seguían también incomunicados. También tuvieron que ser realojadas cinco familias y los quince turistas que fueron evacuados el martes del cámping de Castejón.

Guardia Civil, Bomberos, Protección Civil, Agentes de Protección de la Naturaleza (UME) y la Unidad Militar de Emergencias (UME) desplegaron en la zona efectivos que trabajaron durante toda la jornada para tratar de restablecer los numerosos servicios afectados por la violenta crecida del Ésera.

En cuanto a la red de carreteras, al cierre de esta edición permanecían cortadas al tráfico la N-260 entre Seira y Castejón de Sos y la A-139 en esta segunda localidad y en Benasque. La lluvia provocó el corte de un carril en tres puntos de la N-260 en El Run.

Durante varias fases de la jornada de ayer la lluvia volvió a caer sobre la Ribagorza, aunque con mucha menos intensidad de la que alcanzó el lunes y el martes. De hecho, el caudal del Ésera experimentó un notable descenso: los 480 metros cúbicos por segundo que las estaciones de aforo de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) registraron en Graus el martes habían bajado a mediodía de ayer a 183, mientras que los 310 que alcanzó el río en Eriste se habían quedado en 80.

Varios alcaldes de la zona explicaron, no obstante, que hasta que el caudal del Ésera quede completamente normalizado no será posible efectuar una valoración de los daños provocados por la crecida. Eso no ocurrirá hasta dentro de unos días, previsiblemente, en torno al próximo fin de semana.